Fe en la Palabra de Dios (P. Luis José Tamayo)
Lucas 4, 14-21
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su
costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el
libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba
escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido. Me ha
enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos
la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para
anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la
sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple
esta Escritura que acabáis de oír.»
Estamos metidos en un mundo bombardeado por mensajes,
medios de comunicación, redes sociales, discursos, artículos, canales de TV,
emisoras de radio, etc. Por todos los lados nos llegan voces e ideas. El otro
día leía que es tan grande el bombardeo que las palabras casi ni tienen efecto
en nosotros. Oímos pero no escuchamos. Nos entran mensajes por las orejas pero
no atendemos. El otro día se confesaba alguien y al final le decía unas
palabras de ánimo y la penitencia… al darle la absolución, el hombre se levanta
y antes de salir del confesionario me dice: padre, ¿cuál era la penitencia?...
El evangelio de hoy nos ayuda a descubrir la importancia
de una escucha atenta a la Palabra de Dios. Ponernos delante de la Palabra nos
implica un paso más a una escucha normal, nos pide una escucha con fe, con la
confianza de que aquello que se está leyendo es la palabra de Dios dirigida a
mi de forma personal y dirigida a
mi en el hoy de mis circunstancias.
El evangelio de Lucas nos cuenta como era costumbre
en la vida de Jesús ir a la sinagoga los sábados. Pero en ese sábado descubrimos
algo maravilloso. Seguro que habría sábados que Jesús no leería la Palabra,
pero en ese sábado, nos cuenta el texto, que Jesús leyó: “Se puso en pie para hacer la lectura y le
entregaron el libro del profeta Isaías”. Jesús leyó… pero en el
momento de la lectura, Jesús hizo un acto de consciencia e hizo un lectura
desde la fe. Lo que pasó es que hubo una conexión entre el corazón de Jesús y
la Palabra que estaba leyendo. Jesús se creyó que ese texto era la misma Palabra
de Dios dirigido a El. Esto es lo que
llamamos una lectura creyente de la Palabra, o lo que la tradición de la
Iglesia desde los primeros siglos ha llamado Lectio Divina.
Por eso al final del Evangelio dice: “Enrollando el libro, lo devolvió al que le
ayudaba y se sentó. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que
acabáis de oír.”
Jesús dice: Hoy se cumple esta Escritura en mi vida.
¿por qué? por la fe. ¿Quién no ha tenido esa experiencia de estar leyendo un
evangelio y parece que está escrito para mi? ¿quién no ha tenido la experiencia
de escuchar una homilía y pensar que me están hablando a mi directamente?
La fe en la escucha es como esa chispa que pone en
marcha el mecanismo para captar en la Palabra de Dios el camino a seguir para
mi día a día; la fe es lo que despierta la vida escondida en la Palabra. La fe
es lo que despierta en nosotros la fuerza para que se cumpla esa palabra sobre
mi vida.