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3 abr 2012

Cuaresma V, REFLEXION Evangelio Semanal

Juan 12,20-33 “En aquel tiempo, algunos griegos acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.”

Hoy es el 5º domingo de Cuaresma, continuamos con la quinta reflexión sobre las tentaciones: Hoy vemos la tentación de rebajar la calidad del amor verdadero.

En el Evangelio de hoy hay una petición: queremos ver a Jesús!! Hoy lo traduciría por ese grito que hay en muchos corazones de: “queremos ver que el amor de verdad existe!”. Hay gente joven que me dice: “Yo no creo en el amor… es que no lo veo”, “es que la gente es muy egoísta”, “es que solo buscan sexo”, “es que se aprovechan de mi” (como el chiste: En una reunión el jefe del departamento les dice a todo su equipo: sois una panda de egoístas, aquí todo el mundo va a lo suyo, excepto yo, que voy a lo mío).

El deseo de todo hombre, creyente y no creyente es creer que el Amor es posible. Todo hombre necesita creer que el amor autentico y puro sin edulcorantes existe. ¿Por qué a uno se le saltan las lágrimas cuando ve una escena tierna en una película?, ¿Por qué uno se emociona cuando ve un abrazo lleno de lealtad entre dos amigos? ¿por qué a uno se le cae la baba cuando ve a un padre abrazar a su hijo? No hay mejor escena que ir a la llegada de un aeropuerto y mirar los abrazos que se da la gente cuando llegan… se te encoge el corazón. Estamos creados para el amor y lo necesitamos, necesitamos ver que existe.

Los cristianos tenemos una misión: Necesitamos ayudar a este mundo a ayudarles a creer que el amor autentico existe; que el amor desinteresado es verdad, que el amor generoso se puede vivir (1ª Corintios 13)

En Filipinas, una vez me ingresaron por una infección que me cogí en el estómago. No tenía a mi familia, y el otro sacerdote que vivía conmigo tenía que cubrir su trabajo más el mío. Fue impresionante ver como un grupo de personas de la parroquia se turnaron para hacerme compañía en el hospital. Yo me preguntaba: y a estas personas ¿qué les mueve a ocuparse de mi día y noche, con las responsabilidades que tienen? Sólo desde el amor de Dios es posible mover la generosidad en una persona, sólo desde el amor de Dios es posible construir una mistad verdadera y limpia.

¿Cuál es la tentación sutil? Edulcorar el amor verdadero, somos expertos en disfrazar actos de amor como generosos cuando en el fondo están llenos de egoísmo. Cuantas veces los hijos hacen un favor a los papas, pero porque esperan una recompensa, la propina, un dinero… y los adultos otro tanto de lo mismo.

Jesús dice: El que se ama a sí mismo se pierde. El que busca el amor propio se pierde lo mejor, se pierde el gozo de darse generosamente a los demás, se lo pierde!! Y dice Jesús: el que no se pone a sí mismo como el primero ganará una vida plena y gozosa. El que quiera servirme, que me siga, y a quien me sirva, el Padre lo premiará. ¿Cuál es ese premio? La alegría colmada. El amor de verdad es exigente, pero quien se mete por este camino descubre una vida fascinante. No nos dejemos llevar por la sutil tentación de rebajarlo y conformarnos con un sucedáneo que no sabe a amor autentico.

18 mar 2012

IV Domingo de Cuaresma

Luz y Tiniebla (P. Luis Tamayo)

Estamos en el cuarto domingo de Cuaresma. Recordamos que este es un tiempo especial que nos regala la Iglesia para retomar lo esencial del cristianismo, la vuelta al amor de Dios, y por ello aprender a discernir donde nos quedamos atascados en tentaciones que nos distraen y nos desvían de lo esencial. En esta Cuaresma tenemos 5 reflexiones sobre ciertos aspectos de la incansable tentación que nos acecha y la necesidad de discernirlas.

Ya dijimos que la tentación es parte de la dinámica de nuestro ser humanos. La tentación en sí misma no implica un mal; es sólo la invitación a una forma de mal. Jesús, como verdadero hombre también conoció la tentación. Otra cosa es el consentimiento de la tentación. La dinámica de la tentación siempre busca deslumbrarnos con la apariencia de bien y de atractivo con algo que al final nos va a conducir a la amargura y al dolor. Por eso la importancia del discernimiento para una doble tarea: reconocer como se disfraza el mal y tener un espíritu fuerte para rechazarlo.

Juan 3, 14-21: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él (…) la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.”

El Evangelio de hoy juega con dos imágenes: La luz y la tiniebla. El discernimiento es ese pequeño ejercicio de examen de nuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones que nos ayuda a iluminar y desenmascarar a la tentación, es decir, poner luz donde hay tinieblas y poca claridad.

El evangelio lo pone claro: “Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”… El Hijo vino para amarnos, para darnos la posibilidad de un amor que nos dignifica y fortalece para alcanzar en esta vida a ser aquello que captamos como lo más grande para nuestras vidas y también para alcanzar una vida eterna en el gozo del amor divino. Esta es la única misión de Cristo, Él vino para nuestro bien, para nuestra felicidad aquí en esta tierra y la eterna. El es el camino para la verdadero sentido de vivir, el único que posibilita la plenitud del corazón del hombre.

Pero, fijaos como continúa el Evangelio: “la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz”. Es tremendo! es verdad! pues sabiendo donde está la Luz y cual es el camino, muchas veces preferimos permanecer en la tiniebla. ¿Cuál es la tentación aquí? Es permanecer en la arrogancia de creer que sabemos más que Dios. Preferimos la tiniebla a la luz, y somos nosotros quienes decidimos lo que está bien según nuestros criterios.

Una persona me decía una vez que sabia que estaba haciendo daño a su cónyuge, pero que no aceptaba que la otra persona tuviera la razón… la persona estaba convencida de que ceder era de débiles y personalidad frágil. Ahí la tentación, la mentira, la tiniebla que crea la soberbia… “prefería la tiniebla a la luz”.

Pidámosle al Señor el poder descubrir donde hay tinieblas y oscuridad en mi vida para no sólo arrojar luz, sino tener la fuerza de “caminar hacia” y “vivir en” la Luz.

4 mar 2012

Cuaresma II, REFLEXION Evangelio Semanal

“Que bien se está aquí”... Cuidado! el diablo también se disfraza con apariencia de bien. (P. Luis J. Tamayo)

Estamos en el segundo domingo de Cuaresma. Recordamos que este es un tiempo especial que nos regala la Iglesia para retomar lo esencial de nuestra relación con Jesús. La renuncia, sacrificio y ayuno no tiene otro sentido más que el dejar atrás las adherencias que se nos han pegado a lo largo del camino y soltar las cargas que acumulamos para llevar la mochila ligera. Es dejar lo que no es por lo que verdaderamente es… para ello la importancia del discernimiento. La necesidad de discernir es para reconocer el mal donde está y tener un espíritu fuerte para rechazarlo.

Para esta Cuaresma propongo 5 reflexiones sobre las tentaciones y la necesidad de discernirlas. La tentación es condición normal de la vida humana y cristiana. La tentación en sí misma no implica un mal; es sólo la invitación a una forma de mal. Jesús también conoció la tentación.

Si el domingo pasado descubríamos que Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu Santo y allí fue tentado, entendíamos que si Jesús fue tentado, nosotros también. Y si el Espíritu acompañó a Jesús, a nosotros también; recordad lo que decíamos: Dios aprieta pero no ahoga o la cita de San Pablo: Fiel es Dios que no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas. Más aún, nos dará modo para resistir con éxito.” (1ª. Cor. 10: 13).

El Evangelio de hoy, a la luz del tema de las tentaciones y su discernimiento nos ayuda a descubrir una regla de discernimiento de san Ignacio que dice: “es propio del mal espíritu tomar la apariencia de un ángel de luz. Comienza por sugerir pensamientos que corresponden a un alma devota termina sugiriendo los suyos”.

El tema de hoy es ser tentado bajo apariencia de bien. San Ignacio habla de que hay dos tipos de tentaciones en la vida espiritual: los que son tentados de pecado en pecado, y no crecen. Y los que inician un camino de crecimiento y son tentados bajo apariencia de bien. Esto es lo que le pasó a Pedro.

Marcos 9, 2-10: En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador (…) Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía (…) De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Luego bajaron de la montaña (…)

Pedro vivía cerca de Jesús, una vida devota, como muchos de nosotros con nuestros rezos y nuestras prácticas religiosas. La tentación de Pedro es que se vio tan bien en la compañía de Jesús que en sus devociones en la altura de la montaña que no quería bajar de la montaña, es decir a un mayor compromiso cristiano en la vida real… Al final ¿qué puede pasar? Caer, sin querer, en la mediocridad de vida. San Ignacio dice: Es una característica del espíritu malo tomar de apariencia de un ángel de luz(…) Después tratará poco a poco de llevar al alma según sus secretos engaños y malos designios…

¡Qué bien se está aquí! La tentación bajo apariencia de bien en muchos de nuestros casos es también la invitación, bajo apariencia de bien, a una vida cristiana mediocre. La mediocridad, la tibieza, el estancamiento, es una forma de tentación muy sutil, no se perciben de una manera explícita. A primera vista no aparece como tentación, incluso parece una situación buena. Lo que se hace o deja de hacer, o el modo de hacerlo parece normal, pero al final no hay ni progreso ni fervor… se acaba en una mediocridad. Y uno llega a creer que es un buen cristiano, pero al final todo son excusas y razones para no comprometerse más. La persona tiene su esquema de cómo seguir a Jesús y no se deja interpelar por el Espíritu. Las homilías le entran por un oído y salen por el otro, no hay interés por leer cosas espirituales, no le parece necesario, acaba por creer que la misa dominical semanal es suficiente sin un mayor compromiso. El libro del Apocalipsis (3,19) es muy explícito: "No eres ni frío ni caliente, ojala fueras lo uno o lo otro. Desgraciadamente eres tibio, ni frío ni caliente", es decir, no hay compromiso alguno. Por ello la Iglesia nos recuerda por las “obras de misericordia” que la vida cristiana es un compromiso con el hermano que no podemos eludir. Quedarse en la cima de la montaña puede ser una tentación sutil de caer en lo mediocre… el reto está en bajar al compromiso y las obras con los que nos rodean.

Puede ser interesante recordar que las principales obras de misericordia son catorce; siete espirituales y siete corporales:

Las espirituales son éstas:

La primera, enseñar al que no sabe.

2, dar buen consejo al que lo necesita.

3, corregir al que yerra.

4, perdonar las injurias.

5, consolar al triste.

6, sufrir con paciencia los defectos del prójimo

7, rogar a Dios por los vivos y difuntos.

Las corporales son éstas:

La primera, visitar y cuidar a los enfermos.

2, dar de comer al hambriento.

3, dar de beber al sediento.

4, dar posada al peregrino.

5, vestir al desnudo.

6, redimir al cautivo; y

7, enterrar a los muertos.

26 feb 2012

Cuaresma I, REFLEXION Evangelio Semanal

No serás tentado más allá de tus fuerzas (P. Luis J. Tamayo)

La Cuaresma es un tiempo precioso que nos regala la Iglesia para prepararnos internamente y profundizar en la necesidad que todos tenemos de acoger la gracia salvadora que nos espera en la Semana Santa, en la contemplación de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La conversión que se nos pide en este tiempo es la de volver a lo esencial del cristianismo, es decir, al Amor de Dios.

La Cuaresma se nos ha presentado siempre con ese olor a incienso que se hace un poco pesado con tanta propuesta a la renuncia, al sacrificio, a la abnegación… Pero todo esto ¿para qué? De nada sirve si no nos quedamos con lo más grande, con el amor. Así es, muchas veces somos tentados o engañados creyendo que podemos disfrutar de algo que en verdad me está distanciando del amor de Dios.

Os pongo un ejemplo: Mi sobrino, de pequeño, una tarde jugaba con un cuchillo, el estaba feliz, no sabía que se podía hacer daño, su madre se lo intentó quitar pero sin éxito… ¿Qué se podía hacer? Agudicé la creatividad y me fui a la nevera y cogí un trozo de tarta de chocolate: ¿quieres esta tarta de chocolate? –le dije. Si –me contestó. De inmediato dejó el cuchillo y se vino a por la tarta. Así somos todos, solo somos capaces de dejar algo que aparentemente no es bueno, cuando se nos presenta algo que es mejor.

La renuncia, el sacrifico y la abnegación no tiene sentido sino es para quedarme con algo más grande, más pleno, es decir el Amor de Dios. Y este amor se nos presenta constantemente, es accesible, esta al alcance te tu mano por medio de la oración, del silencio, de la Eucaristía, del sacramento de la reconciliación, por medio del servicio a los demás, el perdón, la amistad, la caridad, etc. Dios nos lo ha hecho fácil, accesible, sencillo.

Este año tenemos 5 domingos de Cuaresma por delante para reflexionar. Para los que hace tiempo me seguís, todos los años hago una serie de homilías que tienen un hilo conductor, intento sacar unas catequesis iluminadas por los evangelios dominicales. Este año entendía que podíamos profundizar sobre las tentaciones. 5 domingos en los que podemos acercarnos a comprender un poco más el mundo de las tentaciones. El Evangelio de hoy Marcos 1, 12-15 nos explica como Jesús también fue tentado: “En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían”.

Jesús es Dios, pero también verdadero hombre y como hombre fue tentado como tu y como yo… Y fue tentado en todo por su naturaleza humana. Pero el Evangelio da un par de detalles que son de interés. Dice que el Espíritu empujó a Jesús al desierto, y que los ángeles, es decir, el mismo Espíritu, le servía. ¿Qué quiere decir esto? Simplemente que no serás tentado más allá de tus fuerzas. “Fiel es Dios que no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas. Más aún, nos dará modo para resistir con éxito.” (1ª. Cor. 10: 13)

Hay personas que me dicen: “estoy pasando una época en que no veo a Dios por ningún lado”. Esto puede pasar, que sea un momento de desierto, de dificultad, de oscuridad… A veces escuchamos esa otra expresión de: “estoy en un túnel y aún no veo la salida”. Pero nos fiamos de la Palabra de Dios: el Espíritu acompañaba a Jesús en el desierto, Jesús en ningún momento estuvo sólo, a pesar de sentirse en la aspereza del desierto. Tú, aunque estés en un momento de sequedad y de aspereza, aunque no sientas a Dios, Él está, Él te acompaña, Él no te abandona… es un tiempo de confianza… San Pedro: “el demonio, anda como león rugiente, buscando a quién devorar; resístanle firmes en la fe.” (1ª. 5: 8-9)

Espera en él. Dios aprieta pero no ahoga. El ES le acompaña al desierto. El ES está aún en el desierto, sequedad, dificultad. Dios no abandona.

El pueblo de Israel no supo esperar en Dios y durante sus 40 años de dureza por el desierto dudó de que Dios estuviera con ellos y se pusieron a servir a los Baales, a los otros dioses extranjeros.

Hablando con una adolescente, me contó que su novio tuvo que salir de España porque por trabajo trasladaron a su padre de país, no pudieron hacer nada al respecto, eran demasiado jóvenes. Ella me contaba que por despecho, por rabia ante tanta impotencia le daban ganas de liarse con cualquier otro chico que le saliera al paso… Cuantas decisiones tomamos por despecho, por rabia, movidos por la cólera, por la ceguera de la impaciencia. San Ignacio de Loyola nos da una regla de oro en el discernimiento: “En tiempos de desolación, nunca hacer mudanza”. En estos momentos ¿qué hay que hacer? Espera, no tomes grandes decisiones, pues te puedes confundir. Espera en Dios, Él te abrirá el camino… Espera!! Se paciente!!

San Pablo: ¡Ánimo! “que las tribulaciones de este mundo, producirán un imponderable peso de gloria.” (2ª. Cor. 4: 17-18)