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25 may 2013

Pentecostes, REFLEXION Evangelio Semanal,


La voz del acusador, la voz del defensor.
P. Luis J. Tamayo

El domingo pasado celebramos la Fiesta de la Ascensión, este domingo celebramos la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo. Con esta fiesta acaba el tiempo de Pascua.
La Escritura describe al ES de diversas formas, fuego, paloma, y viento. Cuando hablamos de la imagen del "viento impetuoso", hace pensar en el aire, que nos permite vivir en él. Benedicto XVI dice que lo que el aire es para la vida biológica, lo es el Espíritu Santo para la vida espiritual; y, como existe una contaminación atmosférica que envenena el ambiente y a los seres vivos, también existe una contaminación del corazón y del espíritu, que daña y envenena la existencia espiritual. Así como no conviene acostumbrarse a los venenos del aire, se debería actuar del mismo modo con respecto a lo que corrompe el espíritu. La metáfora del viento impetuoso de Pentecostés hace pensar en la necesidad de respirar aire limpio con los pulmones, como con el corazón el aire espiritual, el aire saludable del espíritu, que es el amor. “El defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.”
Una forma de identificar la contaminación de la mente es la voz del Acusador. ¿Quién no ha experimentado la voz del Acusador tirando por tierra –en algún momento de la vida– la esperanza, el ánimo, llevando a verlo todo negro, empujando al desánimo y acabar descorazonados, desalentados, abatidos o tristes? Esto es lo que contamina el corazón del hombre. En situaciones donde uno se siente más vulnerable como una enfermedad, tiempos de exámenes, estrés en el trabajo, un embarazo, dificultades de comunicación en el matrimonio, el fallecimiento de un familiar, cuando ves que a final de mes no llegas, o se habla en la empresa que van a recortar número de empleados. La voz del Acusador cobra fuerza… no es que antes no estuviese, sino que ahora por estar en situaciones de vulnerabilidad coge más fuerza, hasta tal punto que lo ves todo negro… que te ves en un túnel sin luz al fondo. De repente nada tiene solución.
El otro día se me acercó un hombre, me empezó a contar su situación en su familia. Fue precioso ver el proceso que realizó la persona, de cuando empezó a hablar a cuando salió del despacho. Yo sólo escuchaba, en un primer momento todo lo que describía era maravilloso, luego al sentirse en confianza empezó a soltarse y todo se hizo negativo… tenía necesidad de desahogarse… y antes de acabar, le hice unas cuantas preguntas… empezó a reflexionar y de repente todo empezó a tomar un tono más positivo. Al final se dio cuenta que las cosas no eran tan negativas, sino que era él quien así las veía. Ese “caer en la cuenta” de la realidad… es el Espíritu Santo!! “El defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.”
A veces lo vemos o todo blanco o todo negro. O todo es terrible, o todo es maravilloso. ¿Cómo pueden cambiar las cosas tan rápidamente? Espera! Hace falta un equilibrio. Busca a alguien que te objetive, que te muestre la luz al final del túnel... Párate y pide luz al Espíritu Santo. La voz del Acusador tiene la misión de desanimar, de hacerlo todo imposible, de ponerle mil quejas, de hacer ver que las cosas no marchan. Pero también es cosa del mal espíritu hacerte ver todo excesivamente ideal, sin ningún problema… es la fantasía o falta de la realidad. Te hace creer que todo lo has conseguido tu para que el orgullo te suba.  Y ya sabemos la ley de la gravedad: todo lo que sube baja.
Necesitamos al Defensor, al Espíritu Santo, que nos trae el sano juicio, una mirada equilibrada sobre las cosas. Él es quien te pone los pies sobre la realidad. Te deja ver lo negativo, pero con don de la esperanza que fortalece y anima para superarlo; y te sabe hacer ver lo positivo en agradecimiento con la certeza que Dios te lo ha dado.
¿Cuál es la gravedad de no descontaminarse? ¿Cuál es el problema de no desenmascarar la voz del Acusador? que acaba por afectar la libertad. Mis actos están movidos por mis percepciones, acabo actuando según mi percepción de la realidad. Y las cosas, muchas veces, no son sólo como yo las percibo, sobretodo si mi mente está contaminada por la voz del Acusador.
Jesús nos ha regalado varios medios preciosos donde el Espíritu actúa de forma perceptible: la dirección espiritual y de la confesión (entre otros). Abrir lo que hay dentro, dejar que la luz entre: lo bueno y lo malo. Necesitamos de momentos especiales donde el Espíritu Santo actúa sacramentalmente, donde recibo al Defensor por la imposición de las manos del sacerdote, donde acontece ese “caer en la cuenta” por la iluminación del Espíritu Santo, donde acabo por ver luz al final del túnel. 

11 jun 2011

Pentecostés


La Iglesia es mi madre
P. Luis J. Tamayo

El nacimiento de la Iglesia es como una "nueva creación" (Ef 2, 15). Se puede establecer una analogía con la primera creación, cuando "Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida" (Gn 2, 7). Así como a nivel personal este "aliento de vida" en el ser humano es el "espíritu" que nos dinamiza y da vida por dentro. También, a este "aliento" creativo hay que referirse cuando leemos que Cristo resucitado, apareciéndose a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo "exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: ‘recibid el Espíritu Santo" (Juan 20, 19-23). Este acontecimiento, que tuvo lugar la tarde misma de Pascua, puede considerarse un Pentecostés anticipado, aún no hecho público, al que luego siguió el día de Pentecostés.

La Encíclica "Dominum et Vivificantem" dice: "La era de la Iglesia empezó con la ‘venida’, es decir, con la bajada del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en el Cenáculo de Jerusalén junto con María, la Madre del Señor.

Mi vida cristiana nace en el seno de la Iglesia, por lo tanto, la Iglesia es mi madre:

Os invito a leer este texto de una de las grandes cabezas de la teología del siglo XX, el cardenal Henri de Lubac. Un precioso texto lleno de amor a la Iglesia y de reconocimiento por todo lo que de ella hemos recibido:

"La Iglesia es mi Madre porque me ha dado la Vida, porque hoy mismo me está dando a Cristo. Ella es la que nos hace cristianos.
La Iglesia es mi Madre, porque no cesa de sostenerme y, a poco que yo me deje hacer, me hace revivir.
Yo existo en la Iglesia: ella me envuelve, me anima, me engendra y me alimenta.
Lo que yo le doy no es más que una ínfima restitución sacada por entero del tesoro que ella me ha entregado. Su Vida inmensa me envuelve y me desborda, me ha precedido y me sobrevivirá. 
¡Todo lo he recibido de la Iglesia y en la Iglesia!
Y, si todavía en mí la vida es frágil y temblorosa, en los creyentes la he podido contemplar con toda la fuerza y la pureza de su pujanza".

Amo a la Iglesia con todas mis fuerzas. Ni sé ni quiero ser creyente si no es como miembro de la Iglesia. La Iglesia de mártires y santos. La iglesia de errores y aciertos. La que sabe pedir perdón por sus pecados, acordaros del gesto de Juan Pablo II pidiendo perdón por los errores históricos de la Iglesia. La que ha dado grandes educadores de la juventud, como Don Bosco. Amo a la Iglesia de Cristo. Amo a la Iglesia de Pedro y de Pablo. Quiero ser iglesia con mi obispo y con el papa.

Que Dios me conceda ser hijo obediente. Lo que ella considere bueno, por bueno lo tengo. Lo que para ella errado, equivocado para mí. Ya sé que ha tenido errores, yo más. Ya sé que tienes cosas criticables, menos que yo. Pero ella me ha dado a Cristo, los sacramentos, la fe, la gracia. Sin ella no soy nada. Y la amo. Esto es como mi familia… aprendo a amarla como es. No es perfecta, pero es mi familia.

Esta tarde en el grupo de jóvenes, una de ellos nos contaba que había sido la competición de natación donde uno de sus hermanos de 14 años competía. Entre el público se escucha llamando al chico por su apellido seguido de “fantasma”! Como con tono de crítica pues es buen deportista. Y contaba su hermana que derepente le salió la vena de familia y se puso a gritar en defensa de su hermano animándolo a ganar… Así debiéramos ser todos con nuestra familia la Iglesia. Defenderla, protegerla, cuidarla, amarla.

Siempre me fiaré de mi madre. Siempre. Yo os invito a acogeros amorosamente en los brazos de la Iglesia, sin condiciones, sin prejuicios, con generosidad.

Todos tenemos la misión de acompañar en la Iglesia el nacimiento en la fe de tantas personas que Dios pone en nuestras manos.

El proceso de madurez espiritual del cristiano culmina en un profundo sentido de pertenencia y el compromiso que se deriva de ésta: el anuncio.

Hoy comía con dos matrimonios y uno de ellos hablaba de su reenganche en la vida de la Iglesia que tenía abandonada. Y comentaba que obviamente era fruto del Espíritu Santo, pero sobre todo del ánimo de su mujer, de unos matrimonios amigos de ellos en los que veía su alegría fundada en Cristo y en su sacerdote. Esto me dio tanta alegría!! No es sólo acompañar el bautizo de un niño, sino saber que con el testimonio de tu vida acompañas a que otros renazcan a la vida de la Iglesia y a la vida de la fe.

Del individualismo, todos estamos invitados a pasar a formar parte de una familia comprometida al servicio del anuncio gozoso de la Buena Nueva. A veces los cristianos somos buenos cumplidores del precepto, pero la plenitud del cristiano pasa por la conciencia plena de ser no sólo cumplidor ni receptor, sino transmisor de la experiencia viva de Dios.

REFLECTION on PENTECOST


Pentecost A (12 June 2011)
Fr James McTavish, FMVD

He breathed fire on them

There is a series of films about Narnia and the latest is “the Voyage of the Dawn Treader.” One of the characters is a little bit of a brat. He is called Eustace. In one point of the movie he is turned into a dragon, a fire-breathing dragon. When he breathes, the fire comes bursting forth from his mouth. Fire is something that is very powerful. It burns, it si hot (of course!) – it has energy and power and many uses. It can be used to provide heat and warmth, to drive a machine, to purify and clean and also to forge, like a sword that needs to be toughened will be put in the furnace as part of the process of forging the steel and making the sword tough.

This image of fire is one way that the Holy Spirit is commonly presented. Sometimes the Spirit is water, or a dove but also fire. In the account of Pentecost in the Acts of the Apostles, we find “when the time for Pentecost was fulfilled, they were all in one place together. And suddenly there came from the sky a noise like a strong driving wind, and it filled the entire house in which they were. Then there appeared to them tongues as of fire, which parted and came to rest on each one of them.” (see Acts 2, 1-11).

The Spirit comes as a strong wind and then appears to the apostles as tongues of fire, which come to rest on each one of them. So the gift of the Spirit is to the whole Church but it is also personal. An interesting question to ask is what is my personal experience of the Holy Spirit? Sometimes the Spirit can remain as rather abstract and mysterious person – we pray to Jesus, of course, and to the Father, yes, but the Holy Spirit? What was the effect of the coming of the Spirit in those first disciples? “They were all filled with the holy Spirit and began to speak in different tongues, as the Spirit enabled them to proclaim” (Acts 2,4). The crowd of listeners were amazed because they heard them speaking in their own tongues of the mighty acts of God (Acts 2, 11). The Spirit gave the disciples boldness to witness their faith. As Christians we need this same boldness to share about what God is doing in our lives. This weekend I went to celebrate a mass in a parish fiesta. I had prepared a homily but when I got there it seemed that they were going to use different readings. There were some details of the celebration such as giving a flower to Mother Mary and I was getting a bit lost and of course was worried how I would adapt the homily with only minutes to go. What to do? Ask the Holy Spirit. Come Holy Spirit and strengthen all believers to be bold witnesses of God’s love. And the homily? It came out fine of course thanks to the previous prayerful preparation and the mighty work of the Holy Spirit in the heart of all the listeners!

With the coming of the Spirit our Lord wanted to transmit fire. In one moment of his earthly life he announced “I have come to set the earth on fire and how it wish is was already kindled!” (Luke 12,49) How is our love for Jesus? Is my heart on fire or has the fire gone out? The Spirit comes to set our hearts on fire. To burn up all our resistances and fears. That is why Jesus comes to his disciples and tells them “Peace be with you!” (See John 20, 19-23) After saying this he breathes on them. I love this moment! It reminds us of the breath of God at the beginning of creation, breathing the life giving Spirit into man (Gen 2,7). Jesus said to the disciples “As the Father has sent me, so I send you." And when he had said this, he breathed on them and said to them, "Receive the holy Spirit.”

Imagine Jesus breathing on the disciples. It is a gesture of intimacy because you cannot breath on someone unless you are close to them. He breathes the Holy Spirit on them, this Spirit of fire. It is as if Jesus blows fire on them. Have you ever seen someone blowing fire? It is rather dramatic. But this happened to the disciples. This timid group, who were behind locked doors because of fear of the Jews received the fire of the Spirit and everything changed. They started to proclaim the Word of God with boldness. They became crazy fire starters! Setting many hearts on fire for God. There is a song by a band called the Prodigy and it is called “I’m a crazy firestarter!” Those disciples gathered together received the fire of the Spirit when Jesus breathed on them and they really became crazy fire starters.

Each one of us as Christians, receiving the Holy Spirit are also called to set many hearts on fire. As parents, they are the first ones to transmit the faith to their children. But if they are only lukewarm in their task, then often the love of God in the family can grow cold. A young student in a University who is on fire with the love of God can give such a good testimony to others. I remember a Catholic rugby player who did not got rowdy and drunk with his teammates. What a great testimony he was and he inspired me so much.

Let us ask that with the coming of the Holy Spirit we too may be filled with fire! That when we speak about God it will be like fire is coming out of our mouths. Each one of use, when filled with the Spirit can light the fire of God’s love in many hearts, with our words and our actions. Come Holy Spirit and set our hearts on fire for love of God and neighbor. Amen.

22 may 2010

Pentecostés

La voz del defensor versus la voz del acusador
P. Luis J. Tamayo
El domingo pasado celebramos la Fiesta de la Ascensión, este domingo celebramos la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo. Con esta acaba el tiempo de Pascua para dar paso al Tiempo Ordinario.
La Escritura describe al ES de diversas formas, fuego, paloma, y viento. Cuando hablamos de la imagen del "viento impetuoso", hace pensar en el aire, que distingue a nuestro planeta de los demás astros y nos permite vivir en él. Benedicto XVI dice que lo que el aire es para la vida biológica, lo es el Espíritu Santo para la vida espiritual; y, como existe una contaminación atmosférica que envenena el ambiente y a los seres vivos, también existe una contaminación del corazón y del espíritu, que daña y envenena la existencia espiritual. Así como no conviene acostumbrarse a los venenos del aire —y por eso el compromiso ecológico constituye hoy una prioridad—, se debería actuar del mismo modo con respecto a lo que corrompe el espíritu. La metáfora del viento impetuoso de Pentecostés hace pensar en la necesidad de respirar aire limpio con los pulmones, como con el corazón el aire espiritual, el aire saludable del espíritu, que es el amor. “El defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.”
Una forma de identificar la contaminación de la mente es la voz del Acusador. ¿Quién no ha experimentado la voz del Acusador tirando por tierra –en algún momento de la vida– la esperanza, el ánimo, llevando a verlo todo negro, empujando al desánimo y acabar descorazonados, desalentados, abatidos o tristes. En situaciones donde uno se siente más vulnerable como una enfermedad, tiempos de exámenes, estrés en el trabajo, un embarazo, dificultades de comunicación en el matrimonio, el fallecimiento de un familiar, cuando ves que a final de mes no llegas, o se habla en la empresa que van a recortar número de empleados. La voz del Acusador cobra fuerza… no es que antes no estuviese, sino que ahora por estar en situaciones de vulnerabilidad coge más fuerza, hasta tal punto que lo ves todo negro… que te ves en un túnel sin luz al fondo. De repente nada tiene solución.
El otro día se me acercó un hombre, me empezó a contar su situación en su familia. Fue precioso ver el proceso que realizó la persona, de cuando empezó a hablar a cuando salió del despacho. Yo sólo escuchaba, en un primer momento todo lo que describía era maravilloso, luego al sentirse en confianza empezó a soltarse y todo se hizo negativo… tenía necesidad de desahogarse… y antes de acabar, le hice unas cuantas preguntas… empezó a reflexionar y de repente todo empezó a tomar un tono más positivo. Al final se dio cuenta que las cosas no eran tan negativas, sino que era él quien así las veía. Ese “caer en la cuenta” de la realidad… es el Espíritu Santo!! “El defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.”
A veces lo vemos o todo blanco o todo negro. O todo es terrible, o todo es maravilloso. ¿Cómo pueden cambiar las cosas tan rápidamente? Espera! Hace falta un equilibrio. Busca a alguien que te objetive, que te muestre la luz al final del túnel... Párate y pide luz al Espíritu Santo. La voz del Acusador tiene la misión de desanimar, de hacerlo todo imposible, de ponerle mil quejas, de hacer ver que las cosas no marchan. Pero también es cosa del Acusador hacerte ver todo excesivamente ideal, sin ningún problema… es la fantasía o falta de la realidad. Te hace creer que todo lo has conseguido tu para que el orgullo te suba. Y ya sabemos la ley de la gravedad: todo lo que sube baja.
Necesitamos al Defensor, al Espíritu Santo, que nos trae el sano juicio, una mirada equilibrada sobre las cosas. Él es quien te pone los pies sobre la realidad: Te deja ver lo negativo, pero con la esperanza de dar la fuerza para superarlo; y te sabe hacer ver lo positivo en agradecimiento con la certeza que Dios te lo ha dado.
¿Cuál es la gravedad de no descontaminarse? ¿Cuál es el problema de no desenmascarar la voz del Acusador? que acaba por afectar la libertad. Mis actos están movidos por mis percepciones, acabo actuando según mi percepción de la realidad. Y las cosas, muchas veces, no son sólo como yo las percibo, sobretodo si mi mente está contaminada por la voz del Acusador.
Jesús nos ha regalado varios medios preciosos donde el Espíritu actua de forma perceptible: la dirección espiritual y de la confesión (entre otros). Abrir lo que hay dentro, dejar que la luz entre: lo bueno y lo malo. Necesitamos de momentos especiales donde el Espíritu Santo actúa sacramentalmente, donde recibo al Defensor por la imposición de las manos del sacerdote, donde acontece ese “caer en la cuenta” por la iluminación del Espíritu Santo, donde acabo por ver luz al final del túnel. 

31 may 2009

Pentecostés: Nacer del Espíritu

Vida en el Espíritu (Jn 20, 19-23)
(P. Luis Tamayo)

Leía un comentario que me llamó la atención y cuando se refería a los humanos en general, no nos definía como personas, ni siquiera como seres humanos. Nos llamaba mamíferos. Y la verdad es que cada vez le entiendo más. Si uno lo piensa, en esto hay algo de verdad, y eso explica muchas de las reacciones, de los gestos y de los comportamientos que nos salen. 

Esta semana fue el partido de fútbol de la final, Barcelona Manchester. Imagino que visteis el comportamiento irracional, animal, descerebrado de la gente en las calles de Barcelona… patadas, puñetazos, insultos. Hay mucho de animal en nuestra forma de relacionarnos con los demás. La forma de celebrar las victorias se parece más a un programa de Félix Rodríguez de la Fuente. 

Si miramos el lenguaje seductor se asemeja mucho a los rituales de apareamiento de muchas especies animales. El deseo de ser mirados, valorados. Desplegar nuestras habilidades, luciéndolas, como pavos reales, por el deseo de ser amados. Esto es lo que el escritor que he mencionado antes llama animal, y lo que el evangelio mismo llama carne o mundo. Son reacciones, ambiciones, deseos que nacen de lo más animal del ser humano. Por ejemplo el afán de las riquezas, el deseos de triunfo, son carne. Es carne todo lo que es inmediato, pasajero, efímero. Es carne el vivir en un clima de rivalidad, de competitividad. De buscar machacar, vencer, destrozar al rival. Es muy animal el sentirse superior al otro, dominarlo, humillarlo. Cuantas discusiones no tienen una sincera búsqueda de la verdad, que enriquece y beneficia a todos, sino la oscura satisfacción de sentirse vencedor. De humillar, de quedar por encima de los demás. Se llama la seducción del poder, del mirar al resto de la humanidad desde arriba. De sentirse más fuerte, de inspirar temor y respeto. La campaña política que estamos viviendo en España es más un careo entre dos gallitos que un verdadero debate político donde se habla de propuestas.

La fiesta de Pentecostés es una invitación a nacer de nuevo, y a descubrir que además de esa carne que nos constituye, de ese animal de instintos básicos, hay una oferta, que hay que acoger libre y voluntariamente, y ésta es la posibilidad de nacer a la vida en el Espíritu. Pentecostés es una vuelta a los grandes valores del Evangelio. El mundo no creyente necesita ver en los cristianos lo que es una vida nueva, que supone la transformación de nuestra humanidad y llevarla a los extremos de amor divino, que nos enseña Jesús. 

Nacer a la vida del Espíritu supone vivir con otras categorías y con otros criterios. El principal es el amor, la entrega, la generosidad, la donación de uno mismo, y vivir en función de los demás. Eso es nacer de nuevo. “Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, cuando amamos a nuestros hermanos”. 1ª Jn 3,14.

Feast of Pentecost

Receive the kiss of the Holy Spirit for your mission!
(Fr. James McTavish FMVD)

Today we celebrate the coming of the Holy Spirit in the Feast of Pentecost. The gospel is taken from John 20, 19-23. The 1st reading is Acts 2,1-11, the Psalm is 103, and the 2nd reading from 1st Corinthians 12, 3-7, 12-13.

Do you like gifts? Today is coming the great gift promised by Jesus, the Holy Spirit. Come Holy Spirit come! Renew the face of the earth. How much our world of today needs renewal. Lord send forth your Spirit. Today the Church celebrates the great feast of Pentecost when the Holy Spirit came upon the apostles of the early Church. This divine fire that changed everything. 

Before the apostles were timid, they had run away from the cross and denied Jesus. But after the coming of the Holy Spirit they were full of boldness, proclaiming the mighty works of God in the middle of persecutions. What happened? They received the Helper, the Divine consoler, the Advocate, the Holy Spirit. We too need his presence to change our lives so we do not get tired to ask, “Maranatha! Come Holy Spirit!”

One beautiful thing about this gift of the Holy Spirit is that it really is a gift, it is unmerited. The disciples had not really done anything to deserve it. They had abandoned Jesus in his hour of need yet in the Gospel today we see Jesus returning amongst them, not to denounce them but to announce to them “Peace be with you!” He says it twice and shows them his hands and feet with their wounds. “Peace be with you because I have overcome the world”. It is the first day of the week, the first day of the new creation. Who will make all things new? The Holy Spirit! “As the Father sent me, so I send you”. After saying this he breathed on them and said “Receive the Holy Spirit”. What a beautiful gesture to breath on them. They receive the breath of life, the divine breath, the Spirit of the Lord. This breath that once blew over the chaos of creation bringing order, this Spirit of life that was breathed into the clay of lifeless man to animate him and bring him to life (See Gen 2,7). This ‘kiss of life’ to bring the disciples back from the dead. As anyone who has done a First Aid course will know, the ‘kiss of life’ is a way to resuscitate someone who has stopped breathing. This technique also called ‘mouth to mouth’ is when air is blown into a person to revive them. Jesus breathes on his disciples giving them the kiss of life, the kiss of divine life. 

Jesus wants to send the disciples into the mission in the same way as he was sent – ‘As the Father sent me, so I send you’. How were you sent Lord? With a kiss! The Church Fathers called the Holy Spirit ‘the kiss between the Father and the Son’. How reassuring to be sent with a kiss. When I was a schoolboy I was not allowed to leave my house without first getting a kiss from my mum. She would send me with a kiss. God wants to send us into the mission with a kiss. Where do we get this divine kiss? In prayer of course. I remember the letters of my grandmother. She would write to me and on the back of the envelope she would put S.W.A.L.K. I asked what this meant. Sealed With A Loving Kiss! How nice to receive news sealed with a loving kiss. Every time we pray with the Scripture we are receiving Good News sealed with a kiss, the kiss of our loving Father in heaven who in the Word of God runs out to meet us, to embrace us and to kiss us (Cf. Dei Verbum 21). To be sent into the mission with this kiss of love. To feel loved when we go to the mission. The Spirit of the Lord is upon me and has sent me to proclaim the Good News of his love. Each moment of prayer is to receive the love to be equipped for the mission. Of course after receiving all this love we will run to the mission! This is why prayer is the motor of the mission. As Jaime Bonet, the founder of Verbum Dei states “a truly apostolic life is an abundantly contemplative life”. In prayer we receive the Spirit, this Spirit who as Pope John Paul II reminded us is “the principal agent of the mission”.

So of course after receiving the Spirit the apostles ran to the mission overflowing with love! Each one ready to do battle enriched with the gifts of the Spirit- joy, love, joy, peace, patience, kindness, generosity, faithfulness, gentleness and self-control (Galatians 5:22-23). Which gift do you most need in your life? Ask, and you will receive. “There is a variety of gifts but always the same Spirit; there are all sorts of service to be done, but always the same Lord; working in all sorts of different ways in different people, it is the same God who is working in all of them. The particular way in which the Spirit is given to each person is for a good purpose”(1 Cor 12, 4-7). All the gifts of the Spirit are for a good purpose, to build up the Church, the Body of Christ. Today our world needs to receive the Spirit, to receive the Divine breath of life, to transform, to put order where there is chaos and to animate all of us Christians to work and serve for the good of others. 

May the ‘powerful wind from heaven’ that the disciples experienced on Pentecost morn all those years ago come and fill us with his holy presence and his many gifts. May the tongues of fire rest on our heads too! The Spirit gave them the gift of speech and all who were listening understood them. Let us ask for this same gift that when we speak all can understand. What is it that makes our speech and our lives understandable to all? The universal language of love. Everyone understands when they are being loved. May each Christian today receive the Divine breath of pure love, that their lives can be animated only by this love for the building of Christ’s body, the Church. May each of us use the gifts we receive today not simply for our own sanctification but to love those around us. Come Holy Spirit, renew the face of the earth! Come and set our hearts on fire. The Spirit gave the first apostles the gift of speech. Grant us the gift of speech so that we too can proclaim with passion “the mighty acts of God” (Acts 2, 11). 

Happy Feast of Pentecost to all of you!

30 may 2009

SET FREE THE GIFTS OF THE SPIRIT

Biblical Reflection for Solemnity of Pentecost
(By Father Thomas Rosica, CSB)

Christian theology of the Holy Spirit is rooted in Judaism. The term Spirit translates the Hebrew word (ruah) and even in the pronunciation of it we detect God's wind and breath. The wind of God, the breath of God, the presence of God are all ways of referring to God's presence.

The expression "Holy Spirit" was used only seven times in the Old Testament, whereas the terms "Spirit of God" or "Spirit of the Lord" occurs 67 times in the Hebrew Scriptures. In the very first line of the book of Genesis 1:1, God's Spirit was gently hovering over the primordial waters waiting for the opportune moment of drawing order from that chaos.

Jesus, himself, uses the sensory image of the wind in the mysterious, nocturnal conversation with Nicodemus when he talks about the Spirit as the wind that blows where it wills [cf. John 3]. This, then, is the Spirit's first function in the Scriptures: to be the mysterious presence of God in history, not reducible to human or earthly logic.

The second function of the Spirit in the Old Testament is that of putting things in order. The Genesis creation account [Chapter 1] reveals a descending Spirit upon this formless world and its descent produces the miracle of creation, the transformation of chaos into cosmos, of disorder, into order, of anonymity into community. 

The third function of the Spirit in the Old Testament is life-giver. In Genesis 2:7, we read: "The Lord God formed man from the dust of the ground and breathed into his nostrils the Spirit, the breath of life and man became a living being. As a result of this divine breath, the human creature is transformed into a living being, no longer to be simply a creature but a partner made in the image and likeness of God, with whom and to whom God speaks and confides responsibility for the world."

The fourth function of the Holy Spirit is guide. We read in Isaiah 11: "The Spirit of the Lord shall rest upon him, the spirit of wisdom and understanding, the spirit of counsel and might, the spirit of knowledge and fear of the Lord." The fear of the Lord is not something that terrorizes people but could be understood as our ability to say "wow," "awesome" before God's handiwork and God's creation.

The fifth function of the Spirit is healer, articulated so powerfully in the prophecy of Ezekiel 36:26-27 -- "I will give you a new heart and place a new spirit within you, I will put my spirit within you and make you live by my statutes, careful to observe my decrees." The Spirit enters, recreates, restores to health and vanquishes sin.

The sixth function of the Holy Spirit is the universal principle. We read in Joel 3:1-2: "I will pour out my spirit on all flesh, your sons and your daughters shall prophecy, even upon the men-servants and the maid-servants, in those days I will pour out my spirit." The day will come when all humanity will be truly possessed by the spirit and that day will coincide with the eagerly awaited Messianic age of which the prophets speak. It was this principle that captivated Jesus'activity and ministry in a remarkable way.

The seventh function of the Holy Spirit takes place on the feast of Pentecost when the disciples were all filled with the Holy Spirit and began to speak in other tongues as the Spirit gave them utterance. The coming of the Holy Spirit signals the start of a world-wide mission for Christians beyond their geographic boundaries of Israel, first from Israel to Rome, and then from Rome then to the ends of the earth. It is a mission that overcomes human obstacles and has the Spirit as its driving force.

GUIADOS POR EL ESPÍRITU SANTO

El Espíritu Santo, plenitud de la obra de Cristo 
(Por monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Palencia)

Para que nos demos cuenta de la importancia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, nos puede ayudar el reflexionar sobre las palabras de Jesús en el Evangelio de San Juan: "Os conviene que yo me vaya, porque así vendrá a vosotros el Espíritu que viene de mi Padre" (Jn 16, 7). Dicho de otra manera: ¡hemos "salido ganando" con la Ascensión de Jesús a los cielos, porque fue compensada con creces en la venida del Espíritu Santo! En efecto, sin la acción del Espíritu Santo no habríamos podido conocer en profundidad a Jesucristo: "Pero el abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recordéis cuanto yo os he enseñado y os lo explicará todo" (Jn 14, 26). 

Dos errores distintos, pero confluyentes:
 
Necesitamos renovar nuestra fe en el Espíritu Santo, precisamente cuando se está extendiendo la absurda creencia de que el "acceso" a la figura de Jesucristo haya podido permanecer vedado hasta el momento presente. Parece que gracias a algunas recientes investigaciones ¡estaríamos en disposición de conocer, por primera vez, el mensaje original de Jesucristo! Esta falsa suposición se está difundiendo en ámbitos y niveles bien distintos:

En primer lugar, la encontramos muy desarrollada en la abundante literatura y filmografía anticatólica de corte esotérico. Se intenta intoxicar la opinión pública, presentando lo que es mera quimera e invención, bajo un ambiguo formato que emula a la historia novelada. Los guiones de estas producciones son muy similares: la Iglesia Católica habría "secuestrado" al auténtico Jesucristo a lo largo de la historia, hasta que ha llegado este momento en que somos liberados de la ignorancia, gracias al descubrimiento de algún papiro secreto que habría sido ocultado y custodiado a lo largo de los siglos por las órdenes oscurantistas medievales. ¡La cosa sería para tomarla a risa, si no fuera por la desafección sembrada, que lleva incluso a confundir la ficción con la realidad!

Pero no estamos hablando exclusivamente de un fenómeno extraeclesial. Entre nosotros, también se desarrollan métodos exegéticos que buscan el acceso al "Jesús histórico", que bien parecen dar crédito a la premisa de que la fe en Jesucristo predicada por la Iglesia Católica se haya alejado de la figura originaria. En efecto, determinadas exégesis de los textos evangélicos utilizan exclusivamente el método histórico-crítico, y desprecian o ignoran la exégesis canónica que la Iglesia ha realizado durante veinte siglos bajo la asistencia del Espíritu Santo. Quienes así proceden, parecen olvidarse de que el Magisterio de la Iglesia y los mismos santos, han sido inspirados y sostenidos en todo momento por la acción del Espíritu, para profundizar y predicar el misterio de Cristo.

Nosotros no dudamos de que la promesa de asistencia del Espíritu se ha visto cumplida con creces, de forma que hoy estamos en disposición de hacer una afirmación que posiblemente pueda sorprender y escandalizar a quienes han asumido los errores de planteamiento a los que nos hemos referido: los católicos del siglo XXI tenemos un conocimiento mucho más profundo y exacto de la figura y del mensaje de Jesucristo que el que tuvieron sus primeros discípulos. Más aún, no nos cabe duda de que los cristianos que vivan dentro de cinco siglos se habrán acercado a Jesucristo y a su Evangelio, todavía más que nosotros.

En pocas palabras: el paso del tiempo no nos ha alejado de Jesucristo, sino todo lo contrario; ya que es el Espíritu Santo quien dirige la historia de la salvación hasta la plena manifestación del Señor en la Parusía. Mientras tanto, el Paráclito, el Espíritu de la Verdad, continúa guiándonos hacia la plena comprensión del misterio de Cristo, nos fortalece con sus dones y nos enriquece con sus carismas.

Nos preparamos para un nuevo Pentecostés, porque Dios desea completar en nosotros la santidad que obró en María. Así lo decía el "Papa bueno", el beato Juan XXIII: "El Espíritu Santo, que formó el cuerpo de Cristo en el seno de María, forma también, une, sana y fortifica a los miembros de Cristo". Por ello, por intercesión de Santa María suplicamos: ¡Ven, Espíritu Santo!