31 mar 2013

Domingo de Resurrección


Hoy celebramos que Cristo ha resucitado!!
El propósito de esta reflexión no es tanto decir que Jesús ha resucitado, sino entender el deseo de Jesús de que nosotros participemos ahora de los beneficios de su resurrección. Lo que le interesa a Cristo es que nosotros podamos experimentar ahora la resurrección en esta vida. Vivir una vida resucitada, solo es posible en la experiencia del Amor de Dios!  ¿Qué significa para nosotros vivir una vida resucitada?
Jesús ya dijo algo de ello en la parábola del hijo prodigo: cuando al final, en el encuentro del hijo pródigo con el padre (Lc 15), después de abrazarlo, rodearlo de besos y amor, al traerlo a casa dice: “este hijo mío estaba perdido y ha sido encontrado, estaba muerto y ahora vive”. ¿Cómo puede decirse de un chaval que estaba muerto y ahora vive? Jesús estaba equiparando la vida del hijo sin la experiencia del amor de Dios Padre con la muerte, y después tras el abrazo de amor misericordioso del Padre, el chaval entra en otra calidad de vida.
Hace poco recibí un video en el que se muestra el amor extremo al que puede llegar un padre por su hijo. Muchos ya lo habréis visto. Un hijo con parálisis cerebral le pide a su padre que si podían correr juntos el triatlón que consiste en correr, ir en bici, y nadar largas distancias. Durísima prueba en la que a los participantes les llaman “ironmen”, debido a su dureza. Y el padre accede a lo que le pide su hijo, corren juntos la prueba con lo que supone nadar atados a una lancha zodiac donde viaja su hijo. Después rápidamente se ve como deja el agua y le sube en brazos rápidamente a una bici adaptada con un asiento para su hijo en la parte de delante de la bici. Y exhausto deja la bici y todavía queda la parte más dura de correr un montón de kilómetros con su hijo en un carrito al que el Padre empuja.  Lo que impresiona del video es el cariño, y el cuidado del padre, y la alegría inmensa del hijo de llegar a la meta. Se le ve eufórico. Se te saltan las lágrimas. Dentro de los límites físicos del hijo, éste es capaz de expresar una alegría indescriptible.
El video me lleva a preguntarme: ¿cómo llevo yo mis propios límites, mis propias parálisis? Los defectos, mis errores y los de los demás. ¿Vivo en la intolerancia o experimento un amor resucitado que no me ata a los límites de la intolerancia?
No es difícil reconocer que lo humano es esencialmente imperfecto. En nosotros conviven nuestras mejores capacidades con lo frágil, lo feo y lo enfermo. San Pablo lo dice: “llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Atribulados en todo, más no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo”. (2 Cor 4,1-10).
El barro afea la vida hasta el punto de enfadarnos por ser barro. Desearíamos extirpar de nuestra vida todo lo que la hace débil, lo que nos hace sufrir. Pero tenemos que admitir que negar nuestra propia debilidad es negar nuestra propia identidad humana, y éste es el camino más corto para la infelicidad,  la desdicha y  la intransigencia. Negar mi debilidad es el camino para volverme insoportable y hacer insoportable la vida a los que me rodean. 
Imaginaros al padre del video riéndose de los sueños de su hijo. “Pero que dices borrico: ¿Cómo vas a correr la maratón si eres un tullido, un paralítico, un incapacitado?”. No estaría mintiendo, pero estaría destrozando los sueños y las ilusiones de su hijo. A veces con nuestro realismo y nuestra sinceridad, dañamos, destrozamos, matamos. Esta mentalidad no habla de resurrección. Nuestra exigencia asfixia. Esto no sabe a resurrección.
Bendita mirada la del padre que es capaz de comprometerse con su hijo y poner lo que está de su parte para equilibrar los límites del otro. Bendita mirada la del padre de la parábola del hijo pródigo que ve en el hijo perdido y pecador la esperanza de una vida nueva. No lo hecha de casa, al contrario se merece más amor, más abrazos, una verdadera fiesta. Este tipo de amor es capaz de resucitar a un muerto!! La gente más conflictiva y más insoportable es la que más amor necesita. Y eso lo olvidamos. Nos vamos con quien espontáneamente me llevo bien. Y los simpáticos están siempre rodeados de amigos y de atractivos planes. ¿Pero quién amará a los feos, a los enfermos, a los que no nos caen bien? La resurrección nos invita a amar a quien menos lo merece, porque es quien más lo necesita.
Vivir la resurrección es aprender a reconciliar los límites y los aciertos. Las virtudes y los defectos propios y de los demás.  Pues en nosotros convive el trigo y la cizaña,  la sonrisa más bella y más franca, con la ambigüedad y la doble intención.  El interés egoísta y la gratuidad. Convive el ángel y el demonio. Jesús mismo nos muestra en su humanidad su fatiga junto al pozo de Jacob, y su vitalidad en las bodas de Caná. En Él vemos la fiesta entrando a Jerusalén el domingo de Ramos y también su rabia en el templo expulsando a los mercaderes. En Él encontramos el fracaso de su muerte en cruz, y su victoria gloriosa en la mañana de Pascua.
Que bueno si en nosotros también hay algo de “bipolares”. Es el papá en traje y corbata de trabajo que luego da gritos y saltos eufórico porque su equipo mete gol… es el padre responsable que se sienta a hacer los deberes con sus hijos todas las tardes y luego se transforma en el rebelde en un concierto de rock. Es la formalidad del alzacuellos y las zapatillas nike fosforito para salir a correr media marathon.
Convivir en esta pluralidad nos habla de resurrección. Y esa pluralidad nos hace comprensivos con las imperfecciones de los demás. Feliz elasticidad que nos hace sitio a todos. Feliz amor resucitado que acepta la diferencia de los otros. No hay una única forma de acercarnos a Dios, o de amar, o de vivir, o de ser familia. Gracias a Dios no hay un único sabor, una única música, un único deporte. Hay una variedad muy amplia. Pero eso nos tiene que ir asemejando a Dios que hace salir el sol para todos, los buenos y los malos. Que nos ha preparado un sitio en su casa, en la que hay muchas estancias, para celebrar el banquete definitivo y glorioso. Este estilo de vida si que sabe a resurrección. 

30 mar 2013

Vigilia Pascual: sin temor a amar


Dichosos los ojos que ven, lo que nosotros estamos viendo, y los oídos que oyen , lo que nosotros estamos oyendo, porque podemos gritar y cantar y saltar, y alabar a Dios, por su victoria sobre todo lo que oprime, lo que encadena y lo que esclaviza a la humanidad. Desde el origen hemos escuchado en este precioso resumen de la historia de la salvación como Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Yo hoy me siento como si mis amigos, en mi cumpleaños, o el día de mi boda, me han preparado con un cañón y un ordenador portátil, y sin yo saberlo le han ido pidiendo a la gente de mi familia, a mis amigos, por internet, y han logrado fotos más desde pequeñito, las ecografías, fotos de mi madre embarazada, y han hecho un power point con la historia de mi vida. Y emocionado, agradecido reconozco que el camino de mi vida tiene dirección, tiene sentido. Soy capaz de reconciliar las piezas que a veces estaban sueltas en mi rompecabezas personal, y puedo gritar que mi vida es maravillosa.

La fe en el resucitado, da unas claves muy útiles para entender la vida humana. Sin algo que explique todo lo que pasa en nuestras vidas y en el mundo en general, la vida se vuelve absurda. Muchos interrogantes invaden nuestra mente y nuestro corazón. Porque tanto dolor. Porque tantas lágrimas derramadas. Porque la muerte, la enfermedad, el pecado, la desdicha. Me imagino que cuando regreso el hijo prodigo, destrozado y sangrantes los pies a casa de su Padre, también tendría muchas preguntas que hacerse a sí mismo, incluso algún reproche a su Padre. Papa ¿por qué me dejaste marchar? ¿Cómo eres tan inconsciente que me diste tanta pasta? ¿Por qué no me lo has prohibido papa? Cómo somos tan orgullosos somos incapaces de reconocer que nosotros tenemos la culpa de algo. Y seguro que el hijo no entendió que lo vivido era necesario. “Tengo por bien reído lo reído, y por bien llorado lo llorado. Porque al final del tiempo he descubierto. Que lo que el árbol tiene de florido, le viene de lo que tiene sepultado”.

Ese misterio de la libertad del hombre, que es la causa principal de tantos errores, de tantas caídas, del pecado y de la muerte. Ese misterio de la libertad, es un elemento imprescindible para que el amor crezca. Sólo desde la libertad el amor germina. Sólo desde entender que Dios nos ama porque quiere, como que nosotros amamos porque queremos. Sólo desde el querer, se vive de verdad. No estamos diseñados para responder a unos instintos, a una programación. No somos sistemas informáticos. Somos esa locura tan amada que es la de ser interlocutores válidos de Dios.
La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre al diálogo con Dios. El hombre existe pura y simplemente por el amor de Dios que nos creo, y por el amor de Dios que nos sostiene. Y llega a la plenitud de la verdad, cuando se entrega confiadamente a su creador. Libre y conscientemente.

Que grande que en una noche como está, viendo el video de nuestra vida, reconociendo todo el amor derramado a lo largo de mis años, nos salga una respuesta de gratitud. Me comprometo a vivir sin miedos. Si tu Señor me has quitado la venda d los ojos, me has devuelto la dignidad que mis temores había perdido. Yo que me he pasado un montón de años de mi vida escondiendo mis talentos, comparándome con los demás. Envidioso, iracundo, compitiendo, explotando, engañando, mintiendo. Yo que hasta ahora he vivido como un ignorante, quiero transformar, toda la energía invertida en la maldad, y al quiero invertir en el amor. En una vivencia resucitada. Que se apoya en otro. Que confía en otro. Que siente que vivir no es conquistar. Es compartir. Es dialogar, es crear comunidad.

Toda la historia de la salvación en la biblia desemboca en este punto. En que María Magdalena, en que los discípulos de Emaús, en que Juan, Pedro, Santiago, se encuentran con Jesús, resucitado, y experimentan el perdón que salva. Jesús recorre toda la historia de la humanidad para decirle al corazón del hombre: NO TEMAS. Vivir sin miedo, sin cálculo, sin pensar, para mañana porque cada día trae su propio afán. No sólo afán, cada día trae su propia sorpresa, su propio regalo. No temas a envejecer, no temas al compromiso, no temas a dar la vida, no temas a la maternidad y a la paternidad. No temas a la muerte, que se convierte en el definitivo nacimiento. Vivir sin temor a ser feliz, sin temor a ser amados, sin temor a amar es el signo más fuerte de que Cristo está vivo. “Sabemos que pasamos de la muerte a la vida cuando amamos a los hermanos”. Por eso la noche de Pascua es una maravilla vivirla en comunidad. Para ver si nos enteramos un poco más de lo que nos ha sido lo grado. Es lento asimilar lo que Jesús nos ha conseguido., De hecho hay retrocesos. Hay dudas, hay vueltas a la vida de antes. Pero hay el firme compromiso personal y comunitario de recordarnos que en una noche como la de hoy nos hemos sentido profundamente amados, comprendiendo todos los pasos de mi vida, y sabiendo que eran necesarios para llegar hoy aquí, libres, pobres, muy amados.

29 mar 2013

Viernes Santo: Via Crucis


Hoy viernes santo Jesús recorre el camino de la cruz (Vía Crucis); un camino necesario para demostrarnos que la única actitud verdadera que da sentido a la vida es vivir poniendo la confianza plena en Dios.
Jesús recorre un camino de progresivo empobrecimiento. Paso tras paso va haciendo la experiencia de sentir que se queda sin nada y sin nadie. Jesús llegó a Jerusalén (el Domingo de Ramos) lleno de riquezas: rico en afectos, pues todos sus discípulos y amigos le acompañan; rico en éxitos, pues todos le aclamaban como rey; rico en fama, pues quien no había oído hablar de Jesús de Nazaret en ese momento; rico en logros, acumulaba los milagros, discursos y enseñanzas que había hecho.
Cuando cae en manos de los guardas… sus amigos le abandonan, su mano derecha le niega tres veces, quienes le aclamaban como rey ahora le gritan “crucifícale!”. El camino hacia la cruz supuso un progresivo empobrecimiento. Se le cayeron todas las seguridades, hasta que quedó cara a cara con su Padre sin nada más.
Jesús abre el camino para que nos demos cuenta donde está la verdadera seguridad, porque cuando todo se cae, en esa falta de seguridades, se percibe con mayor nitidez la presencia del Dios invisible que se va haciendo cada vez más palpable, más visible ,más real. Al final Él es el único que permanece a nuestro lado cuando todo lo demás se cae, se diluye y se pierde.
La vida misma tiene esa pedagogía que nos lleva al empobrecimiento…Cuando uno mira alrededor te das cuenta que al final, tarde o temprano, ¡cuantos personajes que conocemos llega un momento en la vida que se le cae todo! el expresidente popular Jaume Matas, cuantos como él hemos conocido que han ido cayendo… la historia se repite. Y no sólo que se te caiga la seguridad económica, también las fuerzas físicas… jugadores de futbol que tienen un accidente y su carrera se les va de las manos, George Reveeves el famoso Superman que en el 95 se queda tetraplejico por un accidente de caballo. La vida misma se encarga de empobrecernos físicamente… las capacidades que pude llegar a tener y ahora con una mota de polvo me cojo un catarro. Cuantas situaciones hemos vivido en las que también a un nivel afectivo te das cuenta que al final te quedas solo… un mal-entendido, una envidia de alguien que empieza a hablar mal de ti, un buen amigo que de pronto deja de hablarte. Una amiga mía me contaba que tuvo que ser operada y estuvo muy acompañada en el hospital los días previos a la operación, pero el día que la llevaron al quirófano y ninguno de sus familiares pudo entrar, al cerrarse las puertas del pasillo ella se dio cuenta que estaba sola…
La vida misma tiene su propia pedagogía de empobrecernos para llevarnos a la verdad: El hombre solo pertenece a Dios. Ya puedo poner todos mis apoyos en lo que quiera pero al final tarde o temprano me tengo que dar cuenta que es sólo Dios, de otra forma el hombre sufre en búsquedas inútiles…
Jesús lo expresa en una parábola con una imagen preciosa: Los que edifican su vida sobre roca o sobre arena. Comenzamos desnudos en el vientre de nuestra madre. Allí es muy visible nuestra total dependencia de los demás. Pero poco a poco empezamos a construir sobre arena… aparece la acumulación, el apego, la posesión y en enriquecimiento. No nos damos cuenta que todo esto es efímero y pasajero. Nos vamos apropiando de todo aquello que sólo son regalos de Dios y pasan a ser nuestras posesiones. Personas, habilidades, talentos, experiencias, lugares. Lo que es don y regalo de Dios lo sustituimos por lo “MÍO”. Se nos olvida ser agradecidos. Dueños de todo ya no necesitamos recibir… ya no necesitamos a Dios, ni a nadie, nos volvemos autosuficientes. Aquí la vida se vuelve tremendamente engañosa. Estamos sobre arena.
Nuestro gran pecado es que los regalos que nos hace Dios, durante toda la vida, son para que crezca nuestra gratitud a Él, nuestro amor, nuestra confianza, para que vivamos convencidos de que nadie nos podrá separar de un amor tan grande. Y nosotros, olvidando a quien nos las regala, nos quedamos con las cosas, ignorando su presencia amorosa en nuestra vida. nuestro gran pecado es la falta de agradecimiento.
Necesitamos de la cruz, pero no nos gusta escuchar que la cruz es buena. Que bueno cuando nos llega la hora de la cruz, pues la cruz nos limpia, nos purifica, nos pone en la verdad, nos hace más humanos. No nos gusta oír que la cruz es buena, pero Jesús la pide a sus discípulos en las condiciones para aquellos que quieran seguirle y descubrir en Él el verdadero sentido de la vida. “El que quiere seguirme que me siga, que coja su cruz y que me siga.”
“No tengas miedo de la cruz, es la experiencia de empobrecimiento, que te vacía de aquellos apoyos falsos y te ponen en la única verdad… delante de Dios, cara a cara con Dios. Fíate! No temas! El te sostiene.” La cruz es la invitación a hacer la experiencia de poner mi confianza solo en Dios.
En personalizar la experiencia de la cruz se nos regala la posibilidad de despertar a la verdad de que nuestra vida es pura indigencia pero muy anclada y situada en las manos de Dios.
Jesús en la cruz y sin nada en sus manos dice: “Padre a tus manos encomiendo mi Espíritu”.  La conclusión es clara: Vivo gracias a Dios. “La vida es tuya, es tu don, tu regalo. Y ya no quiero nada más que verte dándome la vida.” La vida solo cobra sentido en clave de gratitud y confianza en Dios.
Por eso adoramos la cruz, como la puerta que nos enseña a recuperar la verdadera seguridad de la vida, la verdadera forma de ordenar nuestra vida.

28 mar 2013

Jueves Santo: Amor en delantal

"Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo".
Es fácil decir "te quiero"; pero es más difícil ser fiel al amor y demostrar el amor.

¿Cómo dijo Jesús, "te quiero"? ¿Cómo nos demostró Jesús su amor?

El amor no puede morir mil veces pero Jesús muere cada día, cada hora, muere en el altar. Este es el amor que se hace Eucaristía.

En su última cena, en aquel primer Jueves Santo, Jesús dijo:

Me voy, pero quiero quedarme. Y se fue. Y también se quedó.

Os dejo, pero quiero permanecer con vosotros. Y nos dejó. Y se quedó con nosotros.

No me veréis, pero quiero dejaros mi verdadera presencia. ¿Cómo? "Esto es mi cuerpo… Esta es mi sangre"…

En su ausencia, nos dejó su presencia real. La Eucaristía no es un regalo de una sola cara. Exige una respuesta. El amor llama al amor. La Eucaristía es un intercambio. Y nuestra respuesta tiene que ser la de un intercambio de amor.

Jueves Santo.
¿Cómo dijo Jesús, "te quiero"? ¿Cómo nos demostró su amor?
El amor se pone el delantal y lava los pies.

Lo que Jesús hace humildemente aquella noche es símbolo de lo que hará al día siguiente en el Calvario por todos los que ama.
"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?"
Cuando me llamasteis, yo no me hice el sordo.

Cuando seguisteis vuestro propio camino,. yo os esperé.

Cuando dudasteis de mi, yo no os rechacé.
"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?"
En un tiempo en el que el poder cuenta, yo vine a vosotros como niño.

En un mundo de fuerza y violencia, yo me hice el menor entre vosotros.

En un mundo en el que el dinero habla, yo os hablé como un pobre.

En un mundo en el que todos pisotean a los demás para trepar, yo os lavé los pies.
"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?"

Vosotros buscáis expertos para la liberación, yo traigo una sabiduría diferente.

Vosotros ponéis vuestra confianza en un gobierno fuerte, yo vine como servidor.

Vosotros creéis en almacenar y guardar, yo me desprendí de todo.

Vosotros trabajáis mucho para comer y beber, yo os alimenté sin cobrar nada.

Vosotros derramáis la sangre del hermano para salvaros, yo derramé mi sangre para salvar a mi pueblo.
"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
Vosotros me llamáis Señor y Maestro … Os he dado ejemplo. Haced lo mismo.

Jueves Santo. Amor en delantal, amor en acción, amor para siempre.

24 mar 2013

Domingo de Ramos


La paciencia de Dios es nuestra salvación
(P. Luis J. Tamayo)

El relato completo de la Pasión de Señor que leemos en el domingo de Ramos, desde la entrada de Jesus en Jerusalen, hasta su juicio y condena ante Pilatos, me hace pensar en la volubilidad humana, no en la de los otros sino en la de uno mismo.
Dos acontecimientos históricos que la liturgia celebra en el mismo Dies Domini: el canto y el grito. Se unen dos hechos en este día de Ramos que constituyen una unidad: El canto del “Hosanna al Hijo de David” con lo gritos terribles del “crucifícale”. Vemos como se pasa de aquellos entusiastas del Domingo de Ramos que gritan: “¡Hosanna al Hijo de David!”, para cuatro días después ser de los que claman: “¡Crucifícale, crucifícale!”. Dos polos opuestos frente a una misma realidad.
Este acontecimiento cada vez que lo leo en profundidad genera en mi dolor, extrañeza, indignación, contradicción. Sea cual fuera la emoción o emociones que surgen del interior de uno ante esos acontecimientos, es importante entender que no es posible mirar a los demás, sin mirarse antes uno mismo. Yo soy esa dualidad!
Estoy ante mi mismo que cuantas veces bien intencionado, con valores y cualidades, que empiezo a poner medios adecuados y que sin embargo lo echo todo a perder por mi engreimiento, o por no tener los horizontes altos, o por una cobarde comodidad, o habría que decir también que por no estar educado para el “esfuerzo sostenido”.
Vivimos en esa contradicción: santos y pecadores. Descubro en mi corazón ya algo de santidad pero también hay pecado. Hay deseos altos que engrandecen nuestro corazón, pero también deseos bajos que lo arrastran. Vivimos en esa locura que tan bien describe San Pablo (Rm 7, 19-25): “Porque no hago el bien que quiero; mas el mal que no quiero, éste hago. Y si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el mal que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo á la ley del pecado que está en mis miembros.¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte? Gracias doy á Dios, por Jesucristo Señor nuestro...”
Jesús no se escandaliza de nuestra contradicción, Él lo asume con gran amor. San Pedro dice (2Pe 3, 12): “Considerad que la paciencia de Dios es nuestra salvación”.
Oración:
Señor, dame paciencia para aprender a vivir en la contradicción sin escandalizarme de mi mismo; aprender a vivir en la dialéctica del deseo de santidad y la presencia del pecado; buscando el camino de la humildad y encontrando el tropiezo de la soberbia; saborear el gozo del amor y tocar la amargura del egoísmo. 

V Cuaresma, REFLEXION Evangelio Semanal,


La limosna o caridad.
P. Luis Jose Tamayo

Todos los domingos proponemos una imagen para entender el porque de los ejercicios. Hoy pienso en el deportista que va al gimnasio, solo cuando uno fortalece los músculos puede pedirle más al cuerpo y puede incrementar el número de ejercicios. Con la caridad es lo mismo. El ejercicio del amor no es algo que sale espontáneo, sino que implica la necesidad de ejercitarlo, y de forma consciente. Amar es un ejercicio consciente de la voluntad sostenido por la gracia de Dios.
El evangelio de hoy es la mujer adúltera (Juan 8, 1-11). Hoy Jesús nos enseña que la limosna o la caridad es fruto de un acto consciente de la voluntad, como dirá San Agustín. 
Fijémonos en los detalles: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?» Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. 
Son muchas veces las que uno se encuentra delante de situaciones en las que se te pide amar, salir de ti mismo, un conflicto de intereses entre mi egoísmo y un acto de amor; entre mis planes fijos y una situación inesperada… situaciones que te comprometen. Un papá llega a casa cansado del trabajo queriendo ver su partido de futbol y nada más abrir la puerta su hijo le pide ayuda para preparar el examen de mañana… para algunos la prioridad está puesta, su hijo. Para otros es una lucha interior… para otros salta el enfado contra el hijo y exige que se respeten sus gustos.
Cuantas veces hemos experimentado que uno tiene sus planes hechos para el sábado por la tarde y de repente te piden un favor, o tenías planeado salir de la oficina a las 5pm y un compañero te pide que le ayudes a finalizar el informe, o pensabas salir a hacer deporte y tu mujer te pide que te ocupes de los niños… un sin fin de situaciones. ¿Cómo surge la flexibilidad para amoldarse a la nueva situación? Por que mientras uno ha planificado hacer un acto de amor no hay problema, pero la capacidad de amar se prueba en la improvisación.
Esta mujer ha sido sorprendida en adulterio y la ley manda… llega el fin de semana y mis planes mandan… llego a casa al final del día y mi descanso manda… Ponemos límites –leyes inconscientes– a la vida, pues cuantas veces cuando ya he cerrado la cabeza (–este hombre es de piñón fijo– decimos en España).
Pero llama la atención que Jesús no reacciona de inmediato, sino que inclinándose, escribió con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» 
Este gesto de no reaccionar de inmediato, de inclinarse, escribir en el suelo… la pregunta es: ¿qué pasó por la cabeza de Jesús en esos 10 o 20 segundos? Son dos veces que se para, se inclina, escribe… dos momentos uno delante de los fariseos y el otro delante de la mujer.
¿Qué hacer delante de una situación en la que se te pide algo extraordinario? En el ejemplo de antes, el papa al entrar en casa tenía planeado quitarse la corbata, ponerse las zapatillas y tirarse en el sofá a ver el partido, ya lo tenía todo programado en su cabeza, lo que no esperaba es que su hijo le pidiera ayuda… le pilló por sorpresa… Mi amigo me dijo, que al escuchar a su hijo experimentó un desajuste por dentro… sus planes se tambaleaban. ¿Qué hacer? El le dijo al hijo: Déjame tres minutos para cambiarme de ropa, y ahora estoy contigo. No reaccionar de inmediato, darse tres minutos, hacer un acto consciente de poner prioridades, no dejarse llevar compulsivamente por los sentimientos… ¿Qué pasó por la cabeza de este papa en esos tres minutos? 
Un acto consciente de amar a lo mejor necesita de tres minutos previos... Tres minutos para reorganizar la escala de valores, para reajustar mis intereses y los de su hijo, tres minutos para pedir a Dios la fuerza para renunciar a su merecido descanso y ponerse a servir. Amar es un acto consciente de la voluntad sostenida por la gracia.
El Evangelio continua: E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: - «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: - «Ninguno, Señor.» Jesús dijo: - «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.» 
Jesús repite la lección por segunda vez delante de la mujer adultera. Era muy fácil juzgarla, las pruebas estaban en contra de ella, la ley es muy clara. Jesús, delante de otra nueva situación se toma otros 20 segundos o tres minutos; se inclina, se abaja, gesto de rezar a Dios, y hace una opción consciente por dejar la ley que juzgaba a esa mujer, y la ama sin juzgar, dando una oportunidad nueva.
Juzgar lo podemos hacer de inmediato y de forma compulsiva. Amar, muchas veces, nos implica un acto consciente, pararse por un momento, no dejarse llevar por los sentimientos, no reaccionar desde la euforia, no confiar en que uno lo tiene todo claro (era obvio que la mujer adúltera era culpable)… Amar no son sentimientos, pues hay situaciones que a uno le cuestan. Amar es una acto consciente de la voluntad… sostenido por unos minutos de oración a Dios para recibir de Él la fuerza. ¿Cuantos minutos necesitas? ¿Tres? ¿Diez? Tómatelos, merece la pena!

10 mar 2013

IV Cuaresma - REFLEXION Evangelio Semanal


Un buen ataque!
(P. Luis José Tamayo)

Entramos en el cuarto domingo de Cuaresma. Recordamos que estamos haciendo un itinerario de 5 homilías unidas por un hilo temático: “Cuaresma como tiempo de crecimiento espiritual”.
Recordad que si el Evangelio del 2º domingo (la transfiguración en el monte Tabor) vimos el culmen de nuestra vocación cristiana en la transformación en Cristo, es decir, crecer y madurar humanamente hasta la altura y la medida del amor de Cristo.  En este camino nos encontramos con dos tipos de retos: El 1º son las tentaciones (primer domingo) como las dificultades internas o externas en el crecimiento y camino de madurez; y el 2º reto son la práctica de los tres ejercicios (la oración, la abstinencia y la limosna o caridad) que propone la Iglesia para fortalecer la vida espiritual.
Hay una imagen que nos puede ayudar. En un partido frente al enemigo uno no puede solo hacer una táctica de defensa, sino que hay que tener una buena defensa y, a la vez, un buen ataque. La táctica de la defensa está muy bien delante de las tentaciones; pero no basta pues sólo con la defensa al final me comen el terreno; hay que atacar con una táctica de ejercicio para cogerle el terreno al enemigo. He aquí el sentido del ejercicio de la oración, el ayuno y la limosna. Hoy toca el ejercicio del ayuno.
En el Evangelio de hoy (Lc 15), el hijo pródigo haciendo su propio querer desparramó y derrochó la fortuna que le había dado el Padre para al final pasar hambre. Esto nos ayuda a entender que dar rienda suelta a mis apetencias, al final, me lleva a pasar hambre.
Un ejemplo claro lo tenemos en el consumismo… para la educación de nuestros hijos y para nosotros los adultos: Al final, llegar a tener de “todo” no es suficiente, pues uno siempre querrá más. Si me compro un móvil al mes siguiente quiero el siguiente modelo, y luego otro… vivimos en una sociedad que nos crea necesidades innecesarias. Si me dejo llevar por todas mis apetencias… al final nada me sacia, es decir, que siempre pasaré hambre pues nada me sacia. (Esto es lo que desde siempre se ha llamado gula).
Sin embargo, Jesús ayuna su propio querer para hacer el querer del Padre. Dice en el evangelio de Juan 4: “Mi alimento es hacer la voluntad del Padre”, es decir, ser dueño de si para elevar la propia vida a lo más grande. Dejar el ayuno a no comer carne los viernes es muy pobre. Dios quiere que te abstengas de lo que no te hace bien, pero que te alimentes de lo que de verdad te engrandece.
Mi alimento es hacer la voluntad del Padre, es entender que hacer la voluntad de Dios es lo que de verdad engrandece al hombre, lo que alimenta la grandeza del hombre.  La voluntad de Dios lleva al hombre a la dignidad más alta. La voluntad del Padre es que alimentes tu vida con la práctica de aquellos los valores que de verdad engrandecen al hombre.
Esta experiencia nos ayuda a entenderlo. Hablaba con un amigo que lo normal es tener dificultades en el mundo de las relaciones. Como muchas veces nos encontramos con un mal entendido, con un roce, o con un revés. Claro, la primera reacción es hablar mal de esa persona a sus espaldas. Hablaba con este amigo lo importante que es no hablar mal de nadie, aunque yo tenga la razón, pues es veneno en mi corazón. El ayuno es ese contenerse, dominarse, es decir, ayunar en hablar mal de aquel que me hizo esto u lo otro. La voluntad de Dios no es que ayune en criticar, sino que te alimentes en las virtudes de la prudencia, la sensatez y la limpieza de corazón… esto es lo que de verdad engrandece y alimenta el corazón del hombre. Un ayuno que alimenta.
El ayuno, la abstinencia, la privación teóricamente es dejar de hacer mi propio querer para hacer el querer de Dios… pero tiene unas consecuencias muy prácticas, pues al final, la cuestión se centra en fortalecer el domino de si. Esta es la gran verdad, la grandeza del hombre está en el dominio de sí. La grandeza del hombre está en dominar las pasiones y los vicios (la pereza, la desgana, la glotonería, la ansiedad, etc.) y tener la fortaleza para la práctica de las virtudes (alegría de espíritu, control de si, libertad interior, agilidad, no dejar para mañana lo que pueda hacer hoy).
San Pablo en Rm 7, 18-19: “Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero.”
Lo mismo decía Ignacio de Loyola decía: “como puede ser que era capaz de gobernar todo un ejército y no soy capaz de gobernar mis impulsos.” Pues uno acepta que de repente salto irritado contra una persona que aprecio, pierdo los papeles frente a mis hijos, no me domino en mis gastos, no controlo mi lengua, empiezo y no paro de criticar… Al final me justifico pensando que tengo razón, pero el reto está en ver si honestamente puedes parar.
La lección de hoy está clara: Derrochar me lleva a pasar hambre y, sin embargo, ayunar me lleva a ser saciado profundamente con algo mucho más grande.
Ej. Una señora me contaba como de paseo por la calle se le antojó un capricho: pensó me voy a comprar una palmera de chocolate, ya ves que insignificante.  Pero al pensar que en este tiempo de crisis hay muchas familias que lo están pasando muy mal, al final decidió no comprarlo y ser solidaria poniendo un dinero para Caritas.  El ayuno cuaresmal no tiene sentido si sólo es para privarme de una palmera de chocolate; abstenerse de un capricho sólo tiene sentido si es para engrandecer mi espíritu siendo algo más solidario y generoso.
Ej. Un chaval con el que suelo hablar me contó como en un examen le calló una pregunta que no sabía contestar y el impulso que tenía era el de copiar.  Al final se dio cuenta que copiar le empobrecía como persona, le hacía deshonesto.  El ayuno cuaresmal no tiene sentido si es sólo para privarme de algo; abstenerse de algo sólo tiene sentido si es para engrandecer mi espíritu con lo más genuino como es la honestidad.
El ayuno tiene sentido cuando alimenta y engrandece el espíritu humano, sino se convierte en una carga.
La práctica del ayuno tiene el objetivo de fortalecer el espíritu humano mediante el autocontrol de las pasiones más corporales, es decir, el ayuno no es sólo privarme de algo, sino que es para engrandecer mi espíritu y darle a mi corazón los valores más genuinos que más me enaltecen como persona.  

III Cuaresma ciclo C - REFLEXION Evangelio Semanal


LOS FRUTOS DE LA ORACION
(P. Luis J. Tamayo)

Entramos en el tercer domingo de Cuaresma. Recordamos que estamos haciendo un itinerario de 5 homilías unidas por el mismo hilo temático de la Cuaresma.
En el Evangelio del 2º domingo (la Transfiguración de Jesús) vimos que el culmen de nuestra vocación cristiana es la transformación en Cristo, es decir, todos estamos llamados a crecer y madurar hasta la altura y la medida del amor de Cristo. El 1º domingo vimos las tentaciones (Jesús en el desierto) como las dificultades que nos salen a lo largo del camino, que pueden obstaculizar o fortalecernos (“trampa o trampolín”) en el camino.
Ahora nos quedan tres domingos en los que veremos los tres ejercicios que nos propone la Iglesia como camino de colaboración nuestra a la obra que Dios hace en nosotros de llegar a esta madurez: (1) el ejercicio de la oración, (2) el de la abstinencia y (3) el de la limosna o caridad. La pregunta es: ¿Cómo entender estos tres ejercicios?
Hace días hablaba con un corredor de atletismo en los 40 (de mi quinta!), y me decía que en los maratones siempre hacía una buena marca de tiempo, siempre más o menos lo mismo, no variaba mucho y esto le hacía estar muy contento pues sentía que los años pasaban pero seguía estando en forma. Así llevaba varios años y nunca se había planteado que podía aspirar a más. Un día conoció a un entrenador que al verle le dijo: “tú puedes aún hacer una mejor marca, tú tienes una mayor capacidad”. Mi amigo tenía el potencial pero tenía que desarrollarlo. Tuvo que ser alguien desde fuera que supo mirarle no desde lo que ya hacía sino desde su potencial. “Tu aún puedes mucho más”, le decía, “pero para alcanzarlo tienes que estar dispuesto a hacer una serie de ejercicios”.  Efectivamente, mi amigo, que nunca se había planteado que podía mejorar su marca,  practicando los ejercicios que le indicó el entrenador, mejoró notablemente.
Los ejercicios de la oración, abstinencia y limosna sólo se entienden si uno está dispuesto a crecer y a madurar en su vida cristiana. Sólo si estás dispuesto a crecer según la medida de Cristo, entonces, la práctica de estos ejercicios es cobran todo el sentido y su necesidad.
El tema de hoy es la oración de Cuaresma
Lc 13, 1-9: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".»
La higuera es como el ejemplo de un amigo corredor que año tras año hacía el mismo resultado y no aspiraba a una mejor marca; similar a lo que dice el Evangelio que, año tras año, la higuera ni si quiera da fruto alguno.
La lectura de este Evangelio nos ayuda a entender que no es que la oración no tenga su fuerza, sino que muchas veces es uno mismo quien no busca en la oración la esperanza o la fuerza para colaborar con Dios en el camino de madurez.
Se acercaron marido y mujer a confesar. Primero vino la mujer y en vez de hacer su propia confesión parecía que estaba haciendo la confesión del otro… es que mi marido es tal y cual, y es que tiene este carácter y me hace las cosas muy difícil… más tarde llegó el marido y lo mismo, me estaba confesando los defectos de la mujer.  La cuaresma es tiempo de madurez, de crecimiento… si no hago más que poner las culpas fuera, es como decirle al entrenador: es que el otro lo hace peor, es que el otro hace trampas, es que el otro entrena mucho más que yo, etc.  Pero el entrenador te dirá: “a mi que me importa el otro. Tú, ¿estas dispuesto a ver en ti que es lo que no funciona bien? ¿quieres crecer?
Hay que entender que la vida de todo hombre no está hecha, sino que está en una continua necesidad de hacerse. Lo grandes pensadores de la historia lo decían: No crecer, no aprender nada nuevo, no desear mejorar es morir en vida. Buscar alcanzar la madurez del amor de Cristo para mi vida significa estar en una constante tensión de crecimiento.  Y la gran noticia es que sí puedes crecer!, si puedes moverte hacia delante!, si puedes aspirar a más!.
La oración es nuestra principal arma, pues en ella encontramos la fuente de la gracia, la fuente de la fuerza para levantarse cuando uno no puede, la oración es el ánimo constante a no tirar la toalla, es el entusiasmo para llegar donde uno ni se imagina. La oración es la clave de la vida cristiana.
El tono de la oración para esta Cuaresma debería llevarme a ese encuentro cara a cara con Cristo como ese entrenador que ve en nosotros el potencial y dice: “tú aún puedes amar mucho más, tú aún tienes una capacidad mayor para crecer”. La oración es ponerte delante de Aquel que te conoce profundamente y mira el corazón y no las apariencias, y mira el potencial que tienes y anima constantemente a lo que de verdad puedes llegar a hacer. El viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto.”
¿Quién de nosotros puede decir que ya ha llegado al amor perfecto? ¿quién no necesita aprender de nuevo a perdonar? ¿quién no puede ser aún más generoso? O ¿acaso no sientes el conflicto dentro entre el deseo de hacer el bien y el egoísmo para no mover un dedo? Este es el camino de la conversión de Cuaresma: Dios te mira y te dice “¡Aún puedes crecer más!”. Cuantas metas para examinar: la humildad, la pureza de corazón, la fidelidad a tu esposo/a, la paciencia, los detalles de cariño, el compromiso con tu parroquia, etc. 
Uno puede argüir como en el Evangelio "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Ya ves tanto tiempo intentándolo y esto no funciona, no espero nada, tiro la toalla… Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto".» Esta es la mirada de Cristo… espera, no tires la toalla tan fácilmente, yo te ayudaré… tu pon de tu parte, y yo hago el resto… pero recuerda que para recoger la cosecha has de dejar pasar tiempo.  La oración pide de nuestra colaboración, ya lo expresa el dicho: “A Dios rogando y con el mazo dando.”