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6 feb 2014

La Presentación del Señor, IV Domingo T.O.

Señor, para Tí lo mejor de mi
P. Luis J. Tamayo

Lucas 2, 22-32: “Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones»…”
Coinciden en este domingo dos celebraciones: la propia del domingo y la de la Presentación del Señor, que es la que celebramos, por ser fiesta del Señor. En esta fiesta, tradicionalmente conocida como “la candelaria”, vemos en el evangelio como los padres de Jesús van a presentarle a Dios en el Templo de Jerusalén, tal y como marcaba la ley, 40 días después de su nacimiento (si hacéis cuentas desde el 25 de diciembre, se cumplen hoy). La Fiesta de las Candelas o de la Presentación del Señor, sus padres, siguiendo la tradición de la ley, llevan a Jesús al templo y lo consagran. De esta manera, sus padres, María y José, señalan que, desde el inicio de la vida del niño, la observancia de la ley y la consagración a Dios, serán importantes para su vida.
Un detalle que podemos observar es como durante el invierno, se nota que la luz del día o de los momentos donde se puede disfrutar del sol son más cortos. Es por eso, a partir del 2 de febrero, avecinan los días donde se puede disfrutar más de esta luz, parece que crece también las expectativas para que lleguen ya estos días donde hay más vida y alegría. Aparentemente, tenemos una cierta atracción a la luz o todo lo que ella pueda representar y el anhelo a que lleguen pronto esas fechas, especialmente después de meses de oscuridad.
Y desde el Evangelio, el cántico de Simeón inspira lo que hasta hoy celebramos con tanta riqueza de simbolismo y sentido: la solemne bendición de las candelas con procesión. El simbolismo proclama a Jesús como luz de las naciones para que, siendo luz de todos los pueblos y de cada persona, nadie camine en las tinieblas.
Jesús es el primogénito y es consagrado al Señor. Lo mejor de cada casa, de cada cosecha, de cada animal es dado al Señor en acción de gracias. Siempre lo mejor, no lo que sobra. Y para “rescatarlo”, ofrecen lo que prescribía la Ley del Señor: “un par de tórtolas o dos pichones”. Es la ofrenda de los pobres, que José y María hacen por su Hijo.
El origen de las primicias
La palabra hebrea para primicias es "Reshit", una palabra que significa "lo primero" o "principio". La palabra se utiliza a menudo en el Antiguo Testamento para referirse a los comienzos (Génesis 1:1, 10:10), el primogénito (Génesis 49 : 3), o el rango (Números 24:20). Sin embargo, el uso más común se refiere a las primeras partes de la cosecha (Éxodo 34:26), una comida (Números 15:20), o un producto (Deuteronomio 18:4). Las primicias eran originalmente la parte de comienzo de lo que uno recibe, y entre los hijos de Israel, estas primicias eran para entregarse a Dios.
El desarrollo de las primicias
Los primeros frutos en el Antiguo Testamento no comenzó como un "diezmo" en el sentido moderno. Mientras que los primeros frutos se refirió a las primeras porciones de la cosecha, que se desarrolló gradualmente en el sentido de la mejor parte de cualquier producto. El propósito de dar los primeros frutos era para expresar el agradecimiento a Dios: que él era el que había salvado a los israelitas y siempre para su rescate. Al darle la primera y mejor, expresaron su confianza de que Dios es el que tiene el control de todos sus productos y que continuará para lograr el resto de la cosecha.
La pregunta que me puedo hacer es: ¿Qué le doy yo al Señor? ¿Qué le ofrezco? La oración primera de la mañana, cuando uno está fresco e inicia el día, el ofrecimiento de un esfuerzo, por que cuesta es lo que también agrada al Señor, etc. Darle al Señor lo mejor de mi mismo, es la gran ofrenda que puedo dar, como en la parábola de la pobre viuda.

** En esta ocasión celebramos también la jornada mundial de la vida consagrada. A través de la dedicación de estas personas, como es muy visible en la vida consagrada, se vive de una manera muy cercana este constante encuentro entre la luz de Dios y la luz de la consagración. Recemos para que el ejemplo de las consagradas y los consagrados continúe iluminando el camino de la Iglesia, de la humanidad y especialmente de las personas que desean salir de la oscuridad a la luz eterna de Dios.


19 ene 2014

II Domingo Tiempo Ordinario (TO), REFLEXION Evangelio Semanal

Jesús, el Cordero de Dios
P. Luis Jose Tamayo

Estamos en el segundo domingo del tiempo ordinario. Domingos pasados hemos seguido los acontecimientos del comienzo de la Historia de Salvación: Primero el Adviento – tiempo de anuncio y preparación de la Navidad – (ya sabéis que el año litúrgico de la Iglesia da comienzo con el Adviento y no sigue el año natural del 1 de enero al 31 de diciembre), luego la Natividad de Jesús, el niño-Dios, y la adoración de los Reyes Magos. El domingo pasado, primer domingo del tiempo ordinario, celebramos el bautismo del Señor, y dimos comienzo a su vida pública.
A partir de ahora y todo el resto del año litúrgico será seguir los pasos de la vida de Jesús, comprender sus palabras y sus gestos, mirar como actuó, es decir, descubrir su amor incondicional por nosotros. San Pablo dice en una de sus cartas: Jesús “me amó y se entregó por mi”. Pablo llegó a captar que todo aquello que aconteció en la vida de Jesús era ‘por mi’. Por eso insistir en la importancia de seguir los pasos de Jesús a lo largo del año, para captar, comprender y penetrar en el misterio de su amor incondicional por cada hombre, y especialmente ‘por mi’.
El Evangelio de este segundo domingo (Juan 1, 29-34), Juan el Bautista, nos presenta a Jesús dándole el título de: “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.  Este título al principio del año litúrgico y del Capítulo primero del Evangelio de San Juan nos habla de quien es Jesús –como si se tratara de los grandes titulares de una película–. Por poner un símil cercano a los jóvenes. Es como si Jesús tuviera que abrir un perfil en Facebook y tuviera que escoger una frase para su perfil que le definiera… Al comienzo del Evangelio (estamos en el capítulo 1º),
Juan nos pone ese titular: Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Con esto se nos está anunciando quien es Jesús, este título nos dice mucho de lo que será la vida de Jesús. El cordero es como el símbolo de la mansedumbre, de la bondad y de la paz. Lo vemos como un animalito indefenso. En efecto, “es tan manso como un cordero”, solemos decir con cierta frecuencia.  Aunque fue Juan Bautista el que aplica el nombre de “Cordero de Dios” a Jesucristo, nuestro Señor lo acoge igualmente.
Hemos de recordar que en el Antiguo Testamento, el profeta Isaías toma esta misma imagen en el famoso cuarto canto del Siervo de Yahvé, y augura que el Mesías será como un cordero que cargará con nuestras dolencias, morirá por los pecados del mundo y que no abrirá la boca para protestar, a pesar de todas las injurias e injusticias que se cometan contra él. El Siervo de Yahvé será manso e indefenso como un “cordero llevado al matadero” (Is 53, 7).
En el Nuevo Testamento, la tradición cristiana rescata la imagen del cordero, y ve en ella a Cristo mismo (así lo llama Pablo en 1Cor 5, 7). Vemos en Cristo, como en su pasión y muerte, él libremente carga con la ira, soberbia, violencia y pecado de toda la humanidad.
Para mi vida espiritual: ¿Qué quiere decir que Cristo como cordero quita el pecado, no ya del mundo, sino el mío propio? Jesús dócil y voluntariamente asume mis culpas, para liberarme de la carga del pecado, pues sabe que si yo me imputara los efectos de todas las faltas que pudiera cometer a lo largo de mi vida me destrozaría (humanamente no hay fuerza para cargar con la culpa emocional, psicológica, mental y espiritual). Por eso el sacramento de la confesión tiene un efecto curativo y liberador, más que el del psicológico, pues no es sólo el desahogarme, sino que el amor de Dios penetra hasta lo más hondo de mi ser y cura y libera al alma (cosa que ningún hombre, psicólogo o psiquiatra, puede hacer) y la restaura de la herida espiritual de la ruptura con Dios. Y todo por amor a mí.
Esto es lo que se anuncia de Jesús al principio del año litúrgico.

Finamente decir, que el Papa san Sergio I fue quien introdujo la expresión “Agnus Dei” en el rito de la Misa, justo antes de la Comunión. Y, desde entonces, todos los fieles cristianos recordamos en la eucaristía antes de comulgar las palabras del Bautista: “He ahí el Cordero de Dios (Agnus Dei), que quita el pecado del mundo”.

7 dic 2013

II Adviento, Fiesta de la Inmaculada Concepción

Dejarse amar...

Hoy celebramos la gran fiesta de la Inmaculada Concepción. El evangelio Lc 1, 26-38 nos cuenta el relato de la Anunciación, del que subrayo estos versículos que, especialmente hoy, me llamaron la atención. Son como un piropo a la Virgen.
Me encanta escuchar cuando se hacen buenos piropos, cortejos o galanterías a las mujeres… los andaluces para ello tienen mucho arte. Hace unos años paseaba por Sevilla y junto a la acera había una zanja profunda con varios obreros dentro trabajando. En esto que pasaba delante de mí una mujer muy esbelta y guapa vestida de negro. De repente, con acento andaluz muy simpático, se oye desde debajo de la zanja: “Jezú, algún angel ze ha debio morir en er zielo, pues mira, ha pazao la Virgen María veztida de luto”.

El ángel, al acercarse a la Virgen le dice un piropo precioso: “El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. » Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.”
Preciosas palabras las del ángel: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
María fue llena de gracia pues en su sencillez se dejó amar del todo. María pudo vivir en la alegría profunda pues estaba llena de la alegre presencia del Señor.
A veces escuchamos la expresión “esa persona está de alegre que no cabe en sí mismo”, para decir estaba lleno de alegría. O cuando alguien ha de dar una buena noticia se dice: “lo anunció a boca llena”, para expresar que dio la noticia lleno de felicidad.
¿Cómo estas tú? ¿Puedes decir que estas lleno? ¿Te falta algo? ¿Qué te falta?
En una jornada con jóvenes teníamos esta pregunta: que te falta para tener una felicidad profunda? Y uno respondió: “el iPhone 5”. La respuesta no está en lo material. Todos hemos oído que lo material o el dinero no da toda la felicidad completa. Todas estas cosas nos distraen, nos entretienen, nos recrean, pero no dan la felicidad. La felicidad en el ser humano sólo se nutre en las relaciones autenticas y en la amistad verdadera con otro ser humano.
María supo abrirse a la relación autentica y a la verdadera amistad con Dios y encontrar en Él todo el amor. María supo dejarse amar por Dios. María fue lo suficientemente humilde para reconocer la necesidad del amor de Dios; y Dios la llenó, por eso fue llena de gracia.
Una relación autentica pide el darse al otro, pero también es imprescindible recibir del otro. Es verdad que dar no nos cuesta tanto, pero si que ponemos resistencias para recibir amor. Cuando hace unos años regresé de Filipinas a Madrid, un día fui a misa con mi madre. En el momento de la oración del Padre Nuestro sentí la necesidad de cogerle la mano a mi madre, sentía la necesidad de su ternura, pues hacía años que había estado viviendo lejos. ¿Te puedes creer que en un primer momento sentí la resistencia de tomarle la mano? Esto lo veo yo mucho entre los matrimonios. ¿cómo cuesta manifestar que un o necesita un gesto tierno de cariño? Que gran milagro cuando uno reconoce sin escandalizarse que tiene necesidad de dejarse amar.
Pero hay que decirlo claramente, sólo en Dios uno puede encontrase lleno, pues sólo de Él es la plenitud del Amor. Los seres humanos podemos manifestar el cariño, pero somos limitados. ¿Cuántas veces uno se siente defraudado por poner su esperanza en otra persona, pues tarde o temprano manifiesta sus debilidades? Sólo Dios es la plena revelación de la Vida y el Amor. Sólo Él puede llenar el corazón humano. Santa Teresa de Ávila decía: Sólo Dios basta.
María fue llena de gracia pues se dejó amar. Su oración era afecto, ternura, adoración.  Su contemplación era el abrazo de Dios a su vida. A veces nuestra oración se queda sólo en darle vueltas a ideas en la cabeza. ¡¡¡¡Necesitamos de una oración afectuosa!!!! donde la conversación con Dios gire en torno al amor mutuo.
Déjate amar, para que hoy se pueda decir de ti: Alégrate, lleno de gracia, el Señor está contigo.

Vivo sin vivir en mí de Santa Teresa de Ávila
Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero 
Que muero porque no muero.   -   Vivo ya fuera de mí,
Después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor,
Que me quiso para sí:
Cuando el corazón le di.
Puso en él este letrero,
Que muero porque no muero.
Esta divina prisión,
Del amor con que yo vivo,
Ha hecho a Dios mi cautivo,
Y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida! 
¡Qué duros estos destierros! 
¡Esta cárcel, estos hierros 
En que el alma está metida! 
Sólo esperar la salida 
Me causa dolor tan fiero, 
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga 
Do no se goza el Señor! 
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga:
Quíteme Dios esta carga,
Más pesada que el acero, Que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque muriendo el vivir
Me asegura mi esperanza;
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
Vida no me seas molesta,
Mira que sólo te resta,
Para ganarte, perderte;
Venga ya la dulce muerte,
El morir venga ligero
Que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva:
Muerte, no me seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darte
A mi Dios, que vive en mi,
Si no es el perderte a ti,
Para merecer ganarte?
Quiero muriendo alcanzarte,
Pues tanto a mi amado quiero,
Que muero porque no muero

4 ago 2013

XVIII Domingo TO, REFLEXION Evangelio Semanal


Ser rico ante Dios
(P. Luis J. Tamayo)

Lucas 12, 13-21
Jesús dijo a la gente: - «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.» Y les propuso una parábola: - «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mi mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para si y no es rico ante Dios

El evangelio de hoy habla sobre la codicia como uno de las grandes heridas del corazón humano. Los grandes maestros de la vida espiritual hablan siempre de la moderación y el sano equilibrio para la salud espiritual y mental. Irse a los polos opuestos nunca es sano. No lo es el no tener preocupación alguna por el futuro, sobre todo cuando tienes una familia que cuidar; no lo es el estar todo el día obsesionado en como amasar riquezas para asegurar más y más el futuro.
La lección que sacamos de las palabras de Jesús es: “Guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. ¿Por qué hay esa tendencia a afanarse por acumular y acumular y acumular? ¿Por qué ese afán por tener más y más y más? Parece que cuando ya se tiene, lo que se tiene es poco, y por eso brota la sensación de necesida de más. Os invito a pensar en los aspectos material y espiritual de la codicia:
- En aspecto más material:
Dinámicas que generan este afán por acumular pueden ser: La comparación anhelando lo del vecino y la sociedad de consumo que genera necesidades que no lo son, y que se podría vivir perfectamente sin ellas.
Cuantas familias, cuando ha llegado esta crisis toma la opción de apretar el cinturón en casa. ¿Qué había pasado anteriormente? Que los hijos se habían educado en la abundancia. Ahora están siempre oyendo la expresión “apretarse el cinturón”; “esto no es necesario”; “esto es un capricho”…
- En el aspecto más espiritual: ¿Cómo hacerse rico ante Dios?
Aprender a decir ´NO´ es aprender a desarrollar grandes virtudes que hacen crecer al hombre de forma extraordinaria. “La grandeza del hombre se mide por su capacidad de renuncia” (libro: “El olvido de si”)
Varias ideas a reflexionar:
La capacidad de autocontrol, dominio de si. Por ejemplo San Ignacio de Loyola, compadeciendo en el hospital y en el camino de su conversión, cuando leía la vida de los santos y veía las grandes hazañas ascéticas a las que podían llegar… se decía a si mismo: ¿Cómo puede ser que yo pueda gobernar sobre 1000 hombres pero no me pueda gobernar a mi mismo? El dominio de si es una virtud para poder llevar mi vida a la altura que Dios espera de mi.
La libertad interior frente a las cosas materiales. Vas por los escaparates y parece que las cosas te llaman… cada vez más y mejor diseño, colores atractivos, etc.
Una mente clara para distinguir entre lo que es necesario y lo que es capricho.
Para concluir, creo que lo que nos interesa no es tanto el no caer en la tentación, sino en como ganar ventaja y practicar la grandeza del corazón para ser más generoso, para ser más desprendido y para tener siempre las manos abiertas hacia los demás.