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25 may 2013

Pentecostes, REFLEXION Evangelio Semanal,


La voz del acusador, la voz del defensor.
P. Luis J. Tamayo

El domingo pasado celebramos la Fiesta de la Ascensión, este domingo celebramos la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo. Con esta fiesta acaba el tiempo de Pascua.
La Escritura describe al ES de diversas formas, fuego, paloma, y viento. Cuando hablamos de la imagen del "viento impetuoso", hace pensar en el aire, que nos permite vivir en él. Benedicto XVI dice que lo que el aire es para la vida biológica, lo es el Espíritu Santo para la vida espiritual; y, como existe una contaminación atmosférica que envenena el ambiente y a los seres vivos, también existe una contaminación del corazón y del espíritu, que daña y envenena la existencia espiritual. Así como no conviene acostumbrarse a los venenos del aire, se debería actuar del mismo modo con respecto a lo que corrompe el espíritu. La metáfora del viento impetuoso de Pentecostés hace pensar en la necesidad de respirar aire limpio con los pulmones, como con el corazón el aire espiritual, el aire saludable del espíritu, que es el amor. “El defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.”
Una forma de identificar la contaminación de la mente es la voz del Acusador. ¿Quién no ha experimentado la voz del Acusador tirando por tierra –en algún momento de la vida– la esperanza, el ánimo, llevando a verlo todo negro, empujando al desánimo y acabar descorazonados, desalentados, abatidos o tristes? Esto es lo que contamina el corazón del hombre. En situaciones donde uno se siente más vulnerable como una enfermedad, tiempos de exámenes, estrés en el trabajo, un embarazo, dificultades de comunicación en el matrimonio, el fallecimiento de un familiar, cuando ves que a final de mes no llegas, o se habla en la empresa que van a recortar número de empleados. La voz del Acusador cobra fuerza… no es que antes no estuviese, sino que ahora por estar en situaciones de vulnerabilidad coge más fuerza, hasta tal punto que lo ves todo negro… que te ves en un túnel sin luz al fondo. De repente nada tiene solución.
El otro día se me acercó un hombre, me empezó a contar su situación en su familia. Fue precioso ver el proceso que realizó la persona, de cuando empezó a hablar a cuando salió del despacho. Yo sólo escuchaba, en un primer momento todo lo que describía era maravilloso, luego al sentirse en confianza empezó a soltarse y todo se hizo negativo… tenía necesidad de desahogarse… y antes de acabar, le hice unas cuantas preguntas… empezó a reflexionar y de repente todo empezó a tomar un tono más positivo. Al final se dio cuenta que las cosas no eran tan negativas, sino que era él quien así las veía. Ese “caer en la cuenta” de la realidad… es el Espíritu Santo!! “El defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.”
A veces lo vemos o todo blanco o todo negro. O todo es terrible, o todo es maravilloso. ¿Cómo pueden cambiar las cosas tan rápidamente? Espera! Hace falta un equilibrio. Busca a alguien que te objetive, que te muestre la luz al final del túnel... Párate y pide luz al Espíritu Santo. La voz del Acusador tiene la misión de desanimar, de hacerlo todo imposible, de ponerle mil quejas, de hacer ver que las cosas no marchan. Pero también es cosa del mal espíritu hacerte ver todo excesivamente ideal, sin ningún problema… es la fantasía o falta de la realidad. Te hace creer que todo lo has conseguido tu para que el orgullo te suba.  Y ya sabemos la ley de la gravedad: todo lo que sube baja.
Necesitamos al Defensor, al Espíritu Santo, que nos trae el sano juicio, una mirada equilibrada sobre las cosas. Él es quien te pone los pies sobre la realidad. Te deja ver lo negativo, pero con don de la esperanza que fortalece y anima para superarlo; y te sabe hacer ver lo positivo en agradecimiento con la certeza que Dios te lo ha dado.
¿Cuál es la gravedad de no descontaminarse? ¿Cuál es el problema de no desenmascarar la voz del Acusador? que acaba por afectar la libertad. Mis actos están movidos por mis percepciones, acabo actuando según mi percepción de la realidad. Y las cosas, muchas veces, no son sólo como yo las percibo, sobretodo si mi mente está contaminada por la voz del Acusador.
Jesús nos ha regalado varios medios preciosos donde el Espíritu actúa de forma perceptible: la dirección espiritual y de la confesión (entre otros). Abrir lo que hay dentro, dejar que la luz entre: lo bueno y lo malo. Necesitamos de momentos especiales donde el Espíritu Santo actúa sacramentalmente, donde recibo al Defensor por la imposición de las manos del sacerdote, donde acontece ese “caer en la cuenta” por la iluminación del Espíritu Santo, donde acabo por ver luz al final del túnel. 

27 abr 2013

V Domingo de Pascua, REFLEXION Evangelio Semanal




Templanza y equilibrio en la vida
P. Luis J. Tamayo

Llegamos al 5º domingo de Pascua, y desde semanas atrás venimos diciendo que la Iglesia nos regala 50 días de Pascua para asimilar la grandeza de la resurrección de Cristo.
La pregunta que nos hacemos en estos días es: ¿Qué implica la resurrección de Cristo en mi vida? Para responder a la pregunta seguimos profundizando en las virtudes como el camino de asimilar la resurrección de Cristo en mi propia vida, es decir, las virtudes como ese don eterno de Cristo resucitado que nos capacita desde dentro a vivir de una forma nueva.
El cristianismo no puede ser una carga; no es una moral pesada, no son puños para sudar algo inalcanzable. El cristianismo es un camino nuevo de vida que promete una alegría distinta en la medida que uno se deje llevar por la fuerza de Cristo resucitado en el interior del corazón. Es la alegría de un amor nuevo que desde dentro impulsa e irrumpe con fuerza, es el Espíritu del resucitado en el interior de cada hombre, es Jesús mismo queriendo irrumpir desde el corazón de cada hombre y plasmar caminos nuevos.  Lo que Él mismo vivió así lo quiere repetir hoy en tu vida.
Si esto es así, una pregunta que hoy me puedo hacer es: ¿Qué espacio le dejo a este Jesús resucitado para que irrumpa desde tu interior?
Las virtudes – como un camino de vida nueva – implican esa colaboración del hombre con el resucitado. Recordemos lo que dice el Catecismo: las virtudes son adquiridas mediante el esfuerzo y la perseverancia, pero sostenidas y elevadas por la gracia divina. Si yo pongo de mi parte, Dios hace el resto.
Las virtudes que estamos recorriendo son: fortaleza,  justicia, templanza y prudencia. Hoy hablamos de la Templanza. “Es la virtud que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio de los bienes. La templanza asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y apetitos sensibles y mantiene los deseos sin dejarse arrastrar por las pasiones” (Catecismo nº 1809).
El Evangelio de hoy es impresionante para entender la templanza. Miremos a Jesús en Juan 13,31-33a.34-35:Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. (…) Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros."
Judas lleva en su corazón la traición. Jesús lo sabe, se huele lo que ha de venir… desde la templanza no se deja llevar por sus instintos ¿cuáles? miedo a huir y salir corriendo, pavor por lo que le espera, deseo de una vida más cómoda, no complicarse la vida, no llegar hasta el final con el Proyecto del Padre y tirar la toalla, ¿por qué no un camino más fácil?
¿Acaso no experimentamos que en medio de la dificultad uno mismo busca caminos más fáciles? ¿No es verdad que en medio del conflicto, problema o peligro uno siempre encuentra el atajo para un camino más rápido o algo más cómodo?
Pero Jesús no sale corriendo sino que opta por el amor, y amar es el compromiso. Uno puede preguntarse: ¿acaso Jesús no sufrió la traición de Judas? ¿acaso no pudo pensar en levantarse y salir detrás de Judas, cogerle del cuello y gritarle “traidor?... la templanza asegura el dominio de las pasiones, en este caso la ira. ¿Cuántas veces nos dejamos llevar impulsivamente por las pasiones? Cuando uno conduce el coche y le hacen un fuerte adelantamiento, te dan ganas de decir cuatro insultos… pero que grande cuando te esfuerzas por el dominio de sí y sostenido por la gracia divina de la templanza, dejas la ira a un lado, y no pagas con la misma moneda. Los caminos nuevos de las virtudes implica las dos cosas: poner de mi parte y pedir la gracia.

En Jesús vemos como la vivencia de la templanza le asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos (salir corriendo con miedos) y las pasiones (vengarse de Judas por la traición). Por eso Jesús dice: amaos unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. Mira a Jesús como opta por el amor limpio, honesto, sincero, sin rencor, sin preferencias, sin doblez. Ama a amigos y enemigos, ama aún en la traición, ama con verdadero amor. La vida de Jesús es verdaderamente escuela de aprendizaje para nosotros. Esta vida nueva sólo sale cuando uno se lo propone y de rodillas pide la gracia a Dios.
Las virtudes elevan a la persona, la vivencia de las virtudes nos libera de tanto egoísmo y nos da un equilibro y paz interior que sólo tiene su fuente en Dios.

24 nov 2012

Solemnidad de Cristo, Rey del Universo


Solemnidad de “Jesucristo, Rey del Universo”. 
(Pç Luis J. Tamayo)

Yo no se que os viene a la mente cuando escuchamos el nombre de esta fiesta. Si no profundizamos e intentamos entender el sentido de esta fiesta, el mismo nombre puede sonar anacrónico.


La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.
Quizás en ese tiempo la figura del Rey como soberano de un país tenía su sentido. Pero hoy día que se pone tanto en cuestión la figura del Rey – pues su papel de gobierno es mínimo – y cualquier figura de autoridad, lo que no se entiende bien es cuando la Iglesia pinta a Jesús en iconos como un Rey con cetro, capa y corona.
Por ejemplo, yo me pregunto como un joven de hoy entiende a Cristo como Rey, cuando estos chavales crecen en un mundo que pierde el sentido de la autoridad; o para los que la figura de un rey tiene que ver más con Kaka o Ronaldo como – rey del futbol – o Michel Jackson como – rey del pop –.
¿Cómo entender hoy la fiesta de Cristo Rey?
El propósito de nuestra reflexión no es el de explicar que es un Rey y aplicar este concepto a la persona de Jesús. Una persona solo puede entender el verdadero significado de Cristo como Rey si desde la experiencia de vida – realmente – le va dejando ser dueño y señor de su corazón y sus decisiones.
¿Ejemplos? Hay muchos testimonios de personas que dejan a Jesús ser Rey y Señor de sus vidas como el acto más inteligente.  Sabemos de una mujer embarazada cuya salud corría peligro si daba a luz y, a pesar de las dificultades, de ratos a solas con Jesús orando con su marido ambos deciden que ella de a luz al bebe. Ella decía que esta no era sólo una opción por la vida, sino una opción por dejar a Dios reinar en sus vidas.
Conozco en Roma a una familia con 5 hijos que, después de mucha oración en familia, deciden adoptar un niño abandonado deficiente. Es una familia que dice que experimenta tanto amor de Dios que ven su familia como lugar privilegiado para que ese niño también lo experimente.
Acompañé espiritualmente a un chaval de 17 años, quien me contaba que en un examen tuvo la mala suerte de que le preguntaran lo que poco había estudiado, y cuando otros compañeros copiaban, el sentía por dentro que Jesús le invitaba a ser honesto. La alegría que sintió no fue por el suspenso, que algo le dolió, sino por que Jesús le había ayudado a no faltar en contra de la honestidad.
También entre nosotros hay muchos que intentamos escuchar a Jesús, y según las intuiciones que de Él recibimos vamos tomando decisiones en la vida con el deseo de la fidelidad.
Jesús es Rey en la vida de alguien cuando tiene algo que decir, cuando tiene una voz. Cuando tiene opinión. Cuando es alguien vivo. Cuando uno decide darle las riendas de la vida a Jesús, no como perdida de la libertad – como si de un servilismo se tratara – sino como el testimonio de una total libertad.  San Pablo dirá “Yo se de quien me he fiado”, ¿cómo no poner mi vida en tus manos? Si yo se que Dios solo desea lo mejor para mi ¿cómo no soltar las riendas y poner mi vida y voluntad al querer de su voluntad?
Pero cuando intuyes que hay un gran bien en seguir una intuición interior que sabes que es de Dios… y no lo haces… y ves que el egoísmo tiene fuerza, y te puede la codicia, y te distancias de Dios… entonces es cuando nos damos cuenta que Cristo está, pero no tiene ni fuerza ni autoridad en tu vida. San Ignacio de Loyola también lo experimenta al inicio de su conversión cuando dice: ‘Como puede ser que pueda gobernar a un ejército de soldados y no pueda gobernar mi propia voluntad”.
Así es la sabiduría de la Iglesia que sabiendo que para el hombre no le es fácil discernir la voz de Dios y hacer su voluntad… los grandes maestros de espiritualidad siempre se dejaron guiar por la “Dirección espiritual”; tener un acompañante para ayudarnos en la fidelidad a Dios. (hoy la Iglesia también lo llama “acompañamiento espiritual”).
Cristo llega a ser Rey no porque tiene un título sino por que guiado por Él me lleva a experimentar la alegría de su reinado en mi corazón, su reino no es un lugar… su reino es la experiencia en el corazón de paz, amor, consuelo, bondad, compasión, y no solo para mi sino desde mi para los demás.
Señor, Venga tu Reino!!