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25 dic 2013

Solemnidad de la Natividad del Señor

Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera participar de su divinidad
P. Luis J. Tamayo

La fiesta de la Navidad es la celebración de lo que para muchos niños se llama “el nacimiento del niño Jesús”, y para la Iglesia se conoce como el Misterio de la Encarnación. Nosotros, a la hora de preguntarnos ¿qué es el Misterio de la Encarnación? necesitamos un punto de partida desde el cual entender este gesto de Dios de hacerse hombre. El punto de partida es el Amor de Dios por la humanidad, por nosotros. Sólo desde el amor se entiende este gran misterio, sólo desde el amor se accede a comprender algo de esta decisión de Dios de habitar entre nosotros. San Juan en su Evangelio dirá esta expresión: Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su único Hijo, se hizo hombre y acampó entre nosotros.
El Misterio de la Encarnación solo se puede entender desde el deseo de Dios, por puro amor, de estar cerca de los hombres, pues el Amor no se entiende sin el amado, el Amor necesita estar cerca del amado.  Dios ha necesitado estar cerca de los suyos. Esto es la encarnación. Un Dios que por puro amor ha querido estar junto al hombre. Así también nos lo explica la Palabra: Proverbios 8,31 “Mis delicias es estar con los hombres”; Jn 3,16 “Tanto amó Dios a los hombres que envió  a su único Hijo”.
La siguiente pregunta que uno se puede hacer es: ¿por qué Dios decide hacerse hombre? La Iglesia nos enseña a decir que fue “por nosotros y por nuestra salvación”…
Pero esto es lo que nos cuesta entender, ¿cómo todo un Dios puede salvarnos naciendo en medio del “estiércol” o de tanta pobreza?. Pues hoy día nuestros pesebres están creados con elementos decorativos, pero la realidad es que un pesebre está lleno de estiércol, pajas, frío, suciedad. Ahí es donde Dios, en su sabiduría infinita, ha decidido nacer, ¿cómo, entonces, Dios puede salvarnos naciendo en el estiércol?
Para responder a esta pregunta os quiero contar algo que nos puede ayudar a comprender: Estos días previos a la Navidad he estado confesando muchas horas, muchas personas han venido al sacramento de la confesión. Pensar en ello, me ha ayudado tanto a descubrir que justamente es en medio de ese corazón herido, frágil, roto, incoherente, con pecado, donde Dios quiere nacer. Dios no se escandaliza de nosotros, sino que es justamente ahí, en medio de un corazón lleno de “estiércol” donde quiere nacer, donde quiere estar presente.
La salvación hay que entenderla no sólo después de la muerte, sino en el aquí y en el ahora, por eso, Dios al hacerse hombre se revistió de nuestra propia carne y tomo consigo nuestras propias limitaciones. Cristo viene a decirnos con la encarnación: esa pobreza que muchas veces tu no quieres, que muchas veces nos pesa, esas limitaciones de tu propia humanidad… no te asustes, pues El viene a asumirlas para que no tengamos miedo de sentir la fragilidad, las inconsistencias y limitaciones. Dios quiere abrazar tu corazón pobre, frágil y débil.
Profesamos en el credo que Dios es verdadero Dios y verdadero hombre, y haciéndose verdaderamente hombre, quiso asumir libremente lo que nosotros muchas veces quisiéramos quitarnos de encima, el peso de nuestra humanidad. Si Cristo asumió nuestra humanidad era para decirnos que es El no se escandaliza, sino que la abraza hasta el fondo.

Pero la otra parte del mensaje de la Encarnación es que Dios tomando consigo nuestra humanidad haciéndose hombre en Jesús, vino a elevarla a la máxima dignidad! Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera participar de su divinidad. La divinidad asumió la humanidad, para que esta alcanzara la misma divinidad. El hombre ha sido creado para reflejar en su humanidad la máxima dignidad, que no es otra más que el amor de Dios.  Pues, ¿no es de una extraordinaria dignidad que una madre día tras día dedique su vida al cuidado de su familia? ¿no es de una gran nobleza que in papa madrugue cada día para llevar el pan a casa? ¿no es de una gran bondad la humildad cuando pedimos perdón? Esa es la gran dignidad a la que Dios nos ha elevado por gracia de su encarnación.

27 dic 2012

Natividad del Señor


Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera participar de su divinidad
(P. Luis J. Tamayo)

La fiesta de la Navidad es la celebración de lo que para muchos niños se llama “el nacimiento del niño Jesús”, y para la Iglesia se conoce como el Misterio de la Encarnación. Nosotros, a la hora de preguntarnos ¿qué es el Misterio de la Encarnación? necesitamos un punto de partida desde el cual entender este gesto de Dios de hacerse hombre. El punto de partida es el Amor de Dios por la humanidad, por nosotros. Sólo desde el amor se entiende este gran misterio, sólo desde el amor se accede a comprender algo de esta decisión de Dios de habitar entre nosotros. San Juan en su Evangelio dirá esta expresión: Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su único Hijo, se hizo hombre y acampó entre nosotros.
El Misterio de la Encarnación solo se puede entender desde el deseo de Dios, por puro amor, de estar cerca de los hombres, pues el Amor no se entiende sin el amado, el Amor necesita estar cerca del amado.  Dios ha necesitado estar cerca de los suyos. Esto es la encarnación. Un Dios que por puro amor ha querido estar junto al hombre. Así también nos lo explica la Palabra: Proverbios 8,31 “Mis delicias es estar con los hombres”; Jn 3,16 “Tanto amó Dios a los hombres que envió  a su único Hijo”.
La siguiente pregunta que uno se puede hacer es: ¿por qué Dios decide hacerse hombre? La Iglesia nos enseña a decir que fue “por nosotros y por nuestra salvación”…
Pero esto es lo que nos cuesta entender, ¿cómo todo un Dios puede salvarnos naciendo en medio del “estiércol” o de tanta pobreza?. Pues hoy día nuestros pesebres están creados con elementos decorativos, pero la realidad es que un pesebre está lleno de estiércol, pajas, frío, suciedad. Ahí es donde Dios, en su sabiduría infinita, ha decidido nacer, ¿cómo, entonces, Dios puede salvarnos naciendo en el estiércol?
Para responder a esta pregunta os quiero contar algo que nos puede ayudar a comprender: Estos días previos a la Navidad he estado confesando muchas horas, muchas personas han venido al sacramento de la confesión. Pensar en ello, me ha ayudado tanto a descubrir que justamente es en medio de ese corazón herido, frágil, roto, incoherente, con pecado, donde Dios quiere nacer. Dios no se escandaliza de nosotros, sino que es justamente ahí, en medio de un corazón lleno de “estiércol” donde quiere nacer, donde quiere estar presente.
La salvación hay que entenderla no sólo después de la muerte, sino en el aquí y en el ahora, por eso, Dios al hacerse hombre se revistió de nuestra propia carne y tomo consigo nuestras propias limitaciones. Cristo viene a decirnos con la encarnación: esa pobreza que muchas veces tu no quieres, que muchas veces nos pesa, esas limitaciones de tu propia humanidad… no te asustes, pues El viene a asumirlas para que no tengamos miedo de sentir la fragilidad, las inconsistencias y limitaciones. Dios quiere abrazar tu corazón pobre, frágil y débil.
Profesamos en el credo que Dios es verdadero Dios y verdadero hombre, y haciéndose verdaderamente hombre, quiso asumir libremente lo que nosotros muchas veces quisiéramos quitarnos de encima, el peso de nuestra humanidad. Si Cristo asumió nuestra humanidad era para decirnos que es El no se escandaliza, sino que la abraza hasta el fondo.
Pero la otra parte del mensaje de la Encarnación es que Dios tomando consigo nuestra humanidad haciéndose hombre en Jesús, vino a elevarla a la máxima dignidad! Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera participar de su divinidad. La divinidad asumió la humanidad, para que esta alcanzara la misma divinidad. El hombre ha sido creado para reflejar en su humanidad la máxima dignidad, que no es otra más que el amor de Dios.  Pues, ¿no es de una extraordinaria dignidad que una madre día tras día dedique su vida al cuidado de su familia? ¿no es de una gran nobleza que in papa madrugue cada día para llevar el pan a casa? ¿no es de una gran bondad la humildad cuando pedimos perdón? Esa es la gran dignidad a la que Dios nos ha elevado por gracia de su encarnación.

25 dic 2011

25 de Diciembre ¡FELIZ NAVIDAD!


Este día de navidad celebramos el Misterio de la Encarnación.
(P. Luis Tamayo)

¿Qué es el Misterio de la Encarnación? Es el deseo de Dios de estar cerca de los hombres, y esto sólo se entiende desde el amor, pues el amor no se entiende sin el amado, el Amor necesita estar cerca del amado. Esto es la encarnación. Un Dios que por puro amor ha querido estar junto al hombre.

Así lo dice la Palabra:
Proverbios 8,31 “Mis delicias es estar con los hombres”; o en Jn 3,16 “Tanto amó Dios a los hombres que envió a su único Hijo”

Dios quiere estar con el hombre, quiere estar junto a nosotros y saborear y disfrutar de nuestra compañía. No lo hace por necesidad, ni por obligación, ni por soledad, sólo por puro AMOR.

A veces nos cuesta entender lo que es ese “estar” sólo por amor y sin ningún interés de por medio, simplemente “estar”, saboreando la compañía del amado. En nuestras relaciones nos cuesta estar y disfrutar del otro pues siempre tenemos que estar haciendo algo, por ejemplo estamos hablando en la sobremesa y de repente alguien se tiene que levantar a recoger los platos… tranquilo! disfruta de la conversación… Estás hablando con alguien y ese está pensando en sus cosas y no presta atención; si estas en silencio con alguien durante un rato uno ya se pone nervioso… o alguien me dijo hace poco, yo puedo estar con mi marido 4 horas juntos y no nos aburrimos… pero claro delante del televisor…

Dios quiere disfrutar de ti, quiere estar permanentemente contigo y conmigo. Uno ya puede ignorarle, puede olvidarse de El, puede no reconocerlo, puede querer negarlo… pero El está. Él es el EMMANUEL, EL DIOS CON LOS HOMBRES.

¿Por qué se hace hombre? Decimos en el credo “Por nosotros y por nuestra salvación”…

A veces entiendo así la salvación, es decir para liberarnos del miedo que tenemos a ser verdaderamente humanos. ¿A quien no le cuesta aceptar sus propias limitaciones? Si pudiéramos quisiéramos ser súper héroes. Pero no, somos limitados, somos frágiles, tenemos defectos, pero esto es parte de nuestro propio ser hombre. Nos asustamos de nuestro propio pecado, ¿a quien no le cuesta reconocerlo? A veces no nos aceptamos como somos, la vejez la llevamos fatal, una enfermedad la rechazamos… cuanta queja! PERO SI TODO ESTO ES SER HUMANO… es como si nosotros quisiéramos ser robots.

Y Cristo viene a decirnos con la encarnación: eso que tu no quieres, tu propia humanidad yo vengo a asumirla para que no tengas miedo de sentir la fragilidad, las inconsistencias y limitaciones. Así profesamos en el credo que Dios es verdadero Dios y verdadero hombre. El quiso asumir libremente lo que nosotros muchas veces quisiéramos quitarnos de encima.

Dios al hacerse hombre se revistió de tu propia carne y tomo consigo tus propias limitaciones.
-Y cuando sufras la falta de reconocimiento… Jesús pasó por lo mismo en Belén,
- cuando sientas la pobreza, él pasó por lo mismo en Belén,
- y cuando experimentes carencias, el mismo las experimento por ti en Belén,
- cuando tengas un sufrimiento grande… el mismo pasó por ello en el calvario…
- para que no digas que Él esta lejos de tu humanidad… el mismo se hizo hombre
El mismo quiso pasar por ahí para decirte que eres lo más grande, que eres fruto del amor, que en tu humanidad no estas sólo, que en tu fragilidad puedes encontrar mucho amor.

Y todo esto ¿por qué? Para llegar a comprender que lo más grande no es la humanidad que tanto nos pesa, la carne que parece que todo lo domina, el pecado que a veces toma tanta importancia, los defectos que están siempre presente… lo más grande es que Dios tomando consigo la humanidad vino a elevarla a la máxima dignidad! Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera participar de su divinidad.

Los medios de comunicación en general sólo presenta una imagen de hombre que es falsa… sólo se nos muestra lo que es capaz de llegar a hacer el hombre en negativo, pero no en positivo. Robar, atracar, ser violento, maltratar y matar… Esto no es el hombre. La TV poco habla de personas que dan la vida en la misión por pura gratuidad, de personas que entregan la vida como sacerdotes por amor a cristo y la humanidad, de mamas que cocinan cada día a sus seres queridos, de familias que viven la alegría de estar unidos, de papas que se levantan a las 6am para ir a trabajar para traer el pan a su familia por amor…

El hombre es mucho más de lo que nos cuentan, con la encarnación aprendemos que el hombre disfruta de la gran dignidad de participar del Amor divino de Dios en su propia humanidad.

25 dic 2010

25 de Diciembre ¡FELIZ NAVIDAD!


Su descenso es nuestra salvación

P. Luis J. Tamayo

El teólogo medieval Guillermo de S. Thierry dijo una vez: “Dios ha visto que su grandeza provocaba resistencia en el hombre.” Cuantas preguntas, cuantas mentes cerradas por no alcanzar a entender: ¿por qué necesito de la fe para creer en Dios? ¿Por qué si Dios es todo poderoso permite esto y lo otro?. Dios mismo, en su infinita sabiduría, sabiendo de la incapacidad del hombre para acceder a su Misterio, ha elegido un nuevo camino: se ha hecho un niño. Se ha hecho dependiente y débil, se ha hecho necesitado de nuestro amor. “Ahora –dice nuestro Dios que se ha hecho niño– ya no podéis tener miedo de mí, ya sólo podéis amarme.”

«¿Quién como nuestro Dios, que elevado en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?». Así canta Israel en uno de sus Salmos (113 [112],5s), en el que exalta al mismo tiempo la grandeza de Dios y su benévola cercanía a los hombres. Dios reside en lo alto, pero se inclina hacia abajo... Dios es inmensamente grande e inconmensurablemente por encima de nosotros, pero tiene a bien hacerse cercano y accesible.

Benedicto XVI dirá: “En la noche de Belén, esta palabra ha adquirido un sentido completamente nuevo. El inclinarse de Dios ha asumido un realismo inaudito y antes inimaginable. Él se inclina: viene abajo, precisamente Él, como un niño, incluso hasta la miseria del establo, símbolo toda necesidad y estado de abandono de los hombres. Dios baja realmente. Se hace un niño y pone en la condición de dependencia total propia de un ser humano recién nacido. El Creador que tiene todo en sus manos, del que todos nosotros dependemos, se hace pequeño y necesitado del amor humano. Dios está en el establo.”

La primera experiencia del hombre sería esa distancia entre él y Dios que parece infinita. La primera impresión es que el Creador del universo, el que guía todo, está muy lejos de nosotros. Pero la realidad sorprendente es que Dios «elevado en su trono», se inclina hacia abajo. ¿El gran milagro de Dios? la encarnación. ¿El gran misterio de Dios? hacerse verdadero hombre. El hecho de asumir la humanidad, o como dirían los santos Padres, “de tomar la carne humana”, es el comienzo de la salvación del hombre. No sólo hablamos de una salvación después de la muerte, sino de la salvación que ya actúa aquí para aquel que tiene fe. Una salvación que levanta al hombre de su condición débil.

Así, el Salmo prosigue inmediatamente: «Levanta del polvo al desvalido...». Él me levanta, me toma benévolamente de la mano y me ayuda a subir, precisamente yo, de abajo hacia arriba. Este es el amor de Dios que transforma y eleva a todo hombre. Le hace participe de otra calidad de amor que sin Dios no hubiera conocido.

Hablando con un papá me lo decía: “No sabe lo egoísta que yo he llegado a ser. Sólo mirar por mí. Los primeros años de casado mi mujer casi se rompe porque todo el hogar lo asumía ella. Yo enredado con mi campeonato de golf, mi partido de padel, mi copa con los amigos, mi… mi… mi… No tenía capacidad para pensar que ella me necesitaba. El egoísmo me cegaba. ¿Yo limpiar un pañal de un bebe? Jamás!! Pero desde que he conocido a Dios, poco a poco mi corazón se ha ensanchado, la entrega por ella y por mis hijos me hace el hombre más feliz. Ahora, pañales, papillas, chofer de aquí pallá… lo más bonito es cuando llego a casa después de un duro día de trabajo y me quito corbata, zapatos y me pongo en el suelo a jugar con los peques… Me decía este hombre: “Abajarme me hace ser grande”. Este es el poder del amor.

El Evangelio de hoy también lo dice con otras palabras: “Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre” (Jn1, 11-12)

Dios es tan grande que puede hacerse pequeño. Dios es tan poderoso que puede hacerse inerme y venir a nuestro encuentro como niño indefenso para que podamos amarlo. Dios es tan bueno que puede renunciar a su esplendor divino y descender a un establo para que podamos encontrarlo y, de este modo, su bondad nos toque, se nos comunique y continúe actuando a través de nosotros. Esto es la Navidad: Dios se ha hecho uno de nosotros no sólo para que podamos estar con él, sino para que estando junto a él podamos llegar a ser semejantes a él. Semejantes a él en generosidad, en caridad derrochada para con el prójimo, en sencillez de vida, en humildad, en desprendimiento, en limpieza de corazón y en benignidad.

3 ene 2010

Fiesta de la Epifanía

La Epifanía: Dios se manifiesta por los caminos de la sencillez. Pidamos ojos limpios para reconocerle.

P. Luis José Tamayo

La fiesta de la Epifanía es la fiesta de la Manifestación de Dios.

Normalmente, desde niños nos enseñan que la fiesta de la Epifanía celebramos la visita de los Reyes Magos al niño Jesús para rendirle homenaje.  Pero el verdadero significado es del revés. Epifanía significa manifestación, es la celebración de la manifestación de Dios a todas las Naciones, representadas las naciones en las razas que representan los tres Reyes Magos.  La tez de la piel de color blanca, morena y negra.  Dios no solo se manifiesta al pueblo de Israel, como lo había hecho desde antiguo, sino que se manifiesta a la humanidad entera.  Jesús será el Salvador para todas las razas, todos los pueblos, todas las naciones.

El Evangelio (Mateo 2, 1-12) narra la sencillez del acontecimiento: Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron”.

¿Cómo se manifestó Dios? ¿Qué es lo que vieron los Magos de Oriente? Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron”. Dios se manifiesta en lo más sencillo. Un niño con su madre, en otro evangelio dice: un niño entre pañales.

Los detalles son importantes, pues cuando los evangelistas escribieron en ese tiempo, los géneros literarios que se usaban eran las proezas, las epopeyas de los grandes emperadores o guerreros.  Se magnificaban simples hechos en grandes hazañas.  Sin embargo, la crudeza del realismo del evangelio nos llama la atención por ser de gran sencillez.  ¿Cómo se manifiesta Dios? en la extrema sencillez de un niño entre pañales con su madre.

El Dios de Jesús, el Dios de los cristianos, es un Dios amante de lo sencillo, de lo cotidiano.  A Dios se le puede ver y encontrar en lo sencillo y en lo cotidiano, e las cosas del día a día.  Santa Teresa de Jesús decía: “Entre pucheros anda Dios”.

A veces nos empeñamos en querer ver a Dios en los milagros, en cosas extraordinarias… y es verdad que Dios puede manifestarse así… pero también es verdad que si solo espero a eso… quizás nunca le vea.  De esta forma nos perdemos la lo mejor, nos perdemos el descubrirle en lo más sencillo, descubrirle entre los pañales, en la sonrisa de un niño, en un amigo que te echa una mano en un momento difícil, en alguien que escucha tus problemas, en que ese día las cosas te salieron rodadas, en ese encuentro fortuito con esa persona que hacía tiempo que no la veías y Dios te la puso en tu camino, por esa frase leída en el libro de el que está al lado en el autobús.  Cosas sencillas… el Dios de lo sencillo, el Dios que no se esconde, el Dios que no es complicado, el Dios que no juega al escondite, el Dios que se toma enserio el salir al encuentro tuyo cada día de muchas formas… La pregunta está: y tú ¿Cómo le buscas? ¿cómo le esperas? ¿le reconoces?

Necesitamos ojos limpios como María para reconocerle.  La Palabra dice que María todo lo que veía que acontecía alrededor de su hijo lo guardaba en su corazón.  ¿Tú que guardas en el corazón? Si solo guardamos prejuicios, negatividad, dudas, pegas, pesimismo… así es muy difícil que podamos ver a Dios entre los pucheros...

Para María todo era una historia de Amor de Dios para con ella.  Dios se manifiesta para declararte su amor. ¿Le puedes reconocer hoy? Para un momento y descubre como Dios ha salido a tu encuentro en estas Navidades.

26 dic 2009

Fiesta de la Sagrada Familia

Dios forja su Historia de Amor a través de la familia

(P. Luis Tamayo)

 Si el 25 de Diciembre celebramos el nacimiento del niño Jesús, y hablamos del maravilloso hecho de cómo Dios se hace hombre. En la celebración de hoy, Dios da un paso más en el amor al hombre y a la humanidad: Dios escoge el seno de una familia para hacerse hombre. ¿No es esto impresionante?

Dios no sólo decide hacerse hombre, sino que escoge el seno de una familia para hacerse hombre. Esto es lo que hoy celebramos, el hecho de que Jesús nació en el seno de una familia, y no sólo nació, sino que en la familia creció, se educó y se formó (Evangelio de hoy: Lc 2, 41-52).

Es admirable pensar en como todo un Dios creador del universo y de su orden, un Dios creador de las leyes que rigen el cosmos y la naturaleza, Dios mismo decide someterse a las leyes humanas. No se salta el camino humano, sino que El mismo se somete y adopta los mismo caminos de cualquier hombre. Todo ser humano nace y crece en el seno de una familia.

¿A caso Dios no podía haber escogido otro camino para hacerse presente entre los hombres? Ahora que estamos tan acostumbrados a películas de ciencia ficción…  cuando aparece el salvador de la película envuelto en llamas, o un coche fantástico, o en una nave supersónica.

Pero no es así.  Jesús escogió el camino de todo hombre. Jesús fue nacido de mujer, Jesús nace en el seno de una familia, Jesucristo tuvo un papá y una mamá.

Es importante darse cuenta que Dios nada de lo que hace lo hace por casualidad o coincidencia… sino que Dios, en su sabiduría infinita, sabe bien lo que hace. Dios escogiendo nacer en una familia está haciendo la Historia de la Salvación. Pudiendo escoger otro camino, escoge el camino de la familia para sí y para todo hombre. Dios ha querido que la historia del Amor de Dios para con cada hombre ha de pasar necesariamente por la familia.

Sino, ¿cómo uno puede hacerse una idea del rostro del amor de Dios-Padre sino es por los gestos de amor de su propio padre? o ¿cómo puede uno imaginarse la ternura de la Virgen María sino es por la experiencia del cariño de una madre? La historia de Amor de Dios con el hombre pasa por reconocer que Dios me ha amado desde siempre por medio de mis padres, Dios ha volcado su protección por medio de mi familia, Dios me ha dado la fe heredada de unos abuelos, Dios quiere hacer conmigo una historia de amor incondicional a través de mi familia. Uno aprende a reconocer el amor de Dios a través de la familia.

La familia merece la pena! Merece la pena luchar por la familia, trabajar por la familia, proteger a la familia, invertirse por la familia.  La familia nos lo da todo, debiera darlo todo. ¿A caso no estas agradecido por todo lo que has recibido por tu familia? Y aunque una familia no sea perfecta, y uno haya sufrido las dificultades dentro de la familia, casi siempre uno ha recibido un montón de cosas positivas de la familia.

Cuando veo a mis amigos, muchos de ellos en la crisis de los 40… y rompen los vínculos, dicen que no merece la pena, se encuentran sin fuerza, lo que un día pareció maravilloso 3 o 4 años después no hay capacidad para soñar… ¿Qué pasa? ¿Será que no entendemos que la familia es un don por el que merece la pena luchar?

Os voy a contar una fábula:

"Había un incendio en un gran bosque de bambú; el incendio formaba llamaradas impresionantes, de una altura extraordinaria; y una pequeña ave, muy pequeñita, fue al río, mojó sus alas y regresó sobre el gran incendio, y las empezó a agitar para apagarlo; regresaba al río a por agua y volvía a ir una y otra vez; y los dioses que la observaban, sorprendidos la mandaron a llamar y le dijeron:

Oye, por qué estás haciendo eso? Cómo crees que con esas gotitas de agua puedas tú apagar un incendio de tales dimensiones? Date cuenta, no podrás lograrlo.

Y el ave humildemente contestó:

"El bosque me ha dado tanto… Yo nací en este bosque que me ha enseñado la naturaleza, me ha dado el alimento, el refugio, me ha dado todo mi ser. Este bosque es mi origen y mi hogar y por ello no me importa gastar todas mis fuerzas lanzando gotitas de amor, aunque no se si lo pueda apagar". Los dioses entendieron lo que hacía la pequeña ave y le ayudaron a apagar el incendio".

Merece la pena gastar todas las fuerzas en pequeños gestos de amor por la familia. La familia es mi origen y mi hogar y por ello no me importa gastar todas mis fuerzas lanzando gotitas de amor. Cada acción que con amor y entusiasmo emprendemos, es cosecha para un mejor mañana. No subestimes tus gotitas de amor, pues millones de ellas forman un océano. Todo acto que con amor realizamos por la familia, regresa a nosotros multiplicado.  O ¿a caso no crees que Dios te va a ayudar a construir tu familia? La familia merece la pena!!!

21 dic 2009

Feliz Navidad! / Merry Christmas!


Vitaminas de Fe os desea Feliz Navidad.  Que Dios os bendiga!
Y gracias por estar cerca de nuestro Blog. Pedimos vuestras oraciones para hacer de este instrumento la via por la cual circule la gracia de Dios a través de su Palabra escrita.

Vitamins of Faith wishes you Merry Christmas. God bless you!
Thank you for being close to our Blog.  We ask your prayers to keep this instrument as a channel of grace through his written Word.

31 dic 2008

Descubrir el sentido más profundo de los acontecimientos


Descubrir el sentido más profundo de los acontecimientos
(Lc 2, 16-21)

La actitud de María: “María, por su parte, conservaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón” (v. 19). 

El verbo griego traducido como “conservar” es syntêreô, que quiere decir literalmente: “custodiar algo precioso”, “cuidar con esmero algo de valor”. El otro verbo traducido como “meditar” es el verbo griego symballô, que quiere decir literalmente: “poner dos cosas juntas”, “unir realidades que están separadas”, “confrontar”. Supone una actividad mental y una actitud del espíritu que crea síntesis, que logra encontrar una lógica en medio de cosas o situaciones aparentemente sin relación. El verbo griego está en tiempo imperfecto, lo que indica una acción repetida, continua. 

Lucas, por tanto, describe a María como alguien que vive a la escucha del Misterio y que, con profunda actitud contemplativa, lee continuamente los acontecimientos para descubrir su sentido más profundo. María es aquí verdadero intérprete, hermeneuta, de los hechos acaecidos. El evangelista hace notar con esto que la Virgen no había entendido todo desde el inicio y que solamente, poco a poco, con el transcurrir del tiempo y atenta a los hechos, va comprendiendo la lógica intrínseca de los acontecimientos y su sentido. 

María recuerda todo lo que ha acaecido en su vida de parte de Dios y va descubriendo los caminos del Señor y su voluntad poniendo en relación unos hechos con otros. Esta actitud profundamente contemplativa se realiza en “el corazón”, sede del discernimiento, del ejercicio intelectual, y sobre todo de la fe abierta a los designios de Dios. El texto concluye con la glorificación y la alabanza de los pastores que han podido experimentar lo que Dios les ha anunciado (v. 20).

La figura de María, intérprete de los hechos históricos y contemplativa delante de las acciones de Dios, es modelo para todo creyente, llamado a descubrir el misterio y la presencia del Dios de la vida en la cotidianidad y lo ordinario de cada día. María, la madre de Jesús, es maestra de vida interior, de oración y de escucha de la Palabra. Ella ha acogido la palabra de Dios en su vida, la ha dejado resonar dentro de sí, desde la primera palabra del ángel hasta las últimas palabras de Jesús en la cruz. María ha sabido encontrar momentos de silencio para adorar y meditar. Ella nos enseña a ver la vida con el corazón, contemplando con fe las cosas que Dios va realizando en nosotros y alrededor de nosotros. 

27 dic 2008

28 de Diciembre - La Sagrada Familia


Dios escoge el seno de una familia
(P. Luis Tamayo)

Si el 25 de Diciembre celebramos el nacimiento del niño Jesús, y hablamos del maravilloso hecho de cómo Dios se hace hombre por amor al hombre.

(1) Hoy damos un paso más en este camino de la encarnación. Dios no sólo decide hacerse hombre, sino que escoge el seno de una familia para hacerse hombre. Esto es lo que hoy celebramos, el hecho de que nació en el seno de una familia, y no sólo nació, sino que en él creció, se educó y se formó.

Es admirable pensar en como todo un Dios creador del universo y de su orden, un Dios creador de las leyes que rigen la naturaleza, Dios mismo decide someterse a las leyes humanas. No se salta el camino humano, sino que El mismo se somete y adopta los mismo caminos de cualquier hombre. ¿O a caso Dios no podía hacerse presente entre los hombre de otra forma más espectacular? A nosotros que tanto nos gustan las películas de súper héroes… cuando aparece el salvador envuelto en llamas, o un coche fantástico, o en una nave supersónica. Pero Cristo es nacido de mujer, Cristo nace en el seno de una familia, Cristo tiene un papa y una mama.

Es importante darse cuenta que Dios nada de lo que hace lo hace por casualidad o coincidencia… sino que Dios, en su sabiduría infinita, sabe bien lo que hace. Dios escoge una familia no por casualidad sino por que a través de ella está marcando el plan de salvación para todo hombre. Con ello nos está queriendo decir es necesario el entorno de una familia para la salud de los niños. 

(2) El Evangelio de hoy nos dice: “El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba” (Lc2, 40).

Este es nuestro Dios que cuando asume su condición humana lo hace con todas las consecuencias, pues tuvo que crecer, madurar, desarrollarse, aprender. Esto pocas veces lo pensamos pues si hoy celebramos la Navidad en dos semanas estamos ya celebrando el bautismo de Jesús en el Jordán, ya con 30 añitos. ¿Y que pasó en esos 30 años? Jesús tuvo que aprender de sus padres a andar, a comer, a vestirse, la responsabilidad, un oficio.

Todas éstas son las etapas lógicas por las que tiene que atravesar todo niño cuando nace en el seno de una familia, es el proceso normal de crecimiento y aprendizaje hasta que se hace adulto y decide emanciparse.

(3) Pero aún hay algo más que sus padres tuvieron que enseñar a Jesús; Jesús tuvo que aprender a orar, y así fue en la familia aprendió que era la oración, en la familia aprendió a amar los valores de la verdad, la honestidad, etc. en la familia empezó a entender el significado del Amor de Dios, en la familia aprendió a conocer el rostro de Dios como Padre. Esto es muy importante, es en la familia donde uno aprende lo que es la fe.

Desde aquí un homenaje al papel de la abuela en esto de la transmisión de la fe. Muchos padres se han alejado de la práctica religiosa y viven instalados en la indiferencia. No rechazan la fe, pero tampoco les preocupa la educación religiosa de sus hijos. No les parece algo importante para su futuro. Bautizan a sus hijos, celebran su primera comunión, pero no les transmiten fe.

En estos hogares son las abuelas las que están desempeñando muchas veces una labor de gran importancia dentro de su aparente humildad. Calladamente y de la forma más natural, van enseñando al nieto o a la nieta a rezar, lo llevan a la iglesia y, a su estilo y manera, le van explicando las «cosas más fundamentales» sobre Dios y Jesús. Ni ellas mismas se dan cuenta de que están despertando en el niño las primeras experiencias religiosas.

Algunas van más lejos, y se preocupan de comprarles una «Biblia para niños» o libros adecuados para explicarles con detalle las parábolas de Jesús o el sentido de las fiestas cristianas. No siempre es una labor solitaria. Cuentan muchas veces con la «complicidad» del abuelo y el asentimiento agradecido de los padres que, en el fondo, saben que todo eso es bueno para el hijo.

En esta fiesta de la Sagrada Familia quiero alabar la actuación de estas mujeres. Tal vez un día, más de uno recuerde agradecido a la «abuela» que le habló de un Dios que nos ama sin fin o le contó alguna parábola.