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17 may 2012

VI Pascua, REFLEXION Evangelio Semanal


El mandamiento del amor.
Jesús dice: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. La pregunta que me surge es ¿Qué es amar?... pues hoy todo el mundo habla del amor, y cada uno entiende la feria según le fue en ella, es decir, que cada uno lo puede entender según entienda.
¿Qué es amar? Cada uno lo puede entender de distinta manera.  Amar es una palabra demasiado usada, o bien se podría decir, mal usada.  ¿Que es amar? ¿dónde encontramos la verdadera definición del amor?  Vas a cualquier Casa del Libro… y puedes encontrar cientos de títulos con la palabra amor.
Los más liberales dicen que el amor es hacer el sexo, es decir, utilizan la expresión “hacer el amor”…  
Los más materialistas llegan a creer que el amor es dar cosas a sus seres más queridos… Una vez hablaba con una chica joven y me decía: “mis padres me lo han dado todo, materialmente hablando nunca me ha faltado de nada, pero yo no quería cosas yo quería estar con ellos.  Charlar, pasar tiempo, jugar a las cartas, sentarnos a contar chistes, dar un paseo, simplemente estar con ellos… pero poco estaban en casa, siempre trabajando.
Para los más egoístas amar sería hacer cosas por los demás pero esperando siempre recibir algo a cambio. 
Para los más altruistas amar sería irse unas vacaciones de voluntario a un país del tercer mundo con una ONG… aunque luego al regresar a casa y a ver visto tanta pobreza, necesidad y miseria su vida continúe igual de consumista.  Fueron vacaciones, no fue un compromiso con los necesitados.
Para los manipuladores, amar sería manipular al otro para hacer lo que yo creo que es mejor y aquellos que son más débiles acaban siendo manejados. Como aquella chica que convence a su amiga insegura que aborte, aún en contra de sus valores, solo por que ella piensa que es lo más práctico… pero en el fondo no ha respetado los valores de la otra chica, no se ha interesado que es lo que ella cree profundamente… la primera convence a la otra para hacer lo que ella piensa. Amar pasaría primero por interesarme que es lo que piensa la otra persona y respetar profundamente sus valores.
Para una madre controladora, amar sería decirle al hijo todo el rato lo que tiene que hacer, pensando que le está educando bien y no se a cuenta que lo tiene completamente atado.
En todas estas formas hay mucho bien, pero el amor no esta del todo depurado de algo de egoísmo y búsqueda de interés personal. ¿Cómo descubrir lo que es el verdadero AMOR?
- Hay un refrán que dice: “Obras son amores y no buenas razones”. El amor se entiende desde el ejemplo, desde la acción. Los libros de moda, las canciones más populares hablan todas del amor… Pero Amar no son razones, o canciones … amar es acción
- Jesús dice: amaos como yo os he amado… y uno le puede preguntar a Jesús:  ¿y como me has amado, Señor? Y el dice a continuación: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, y por vosotros yo he dado la vida.
Dar la vida por otro, a veces son gestos heroicos, pero otras veces es el compromiso con el otro desde situaciones sencillas como poder estar junto al otro en los momentos más difíciles, explicar un tema, hacer el esfuerzo por escuchar al otro.
Desde algo tan sencillo como esa joven que me decía que para ayudar a su compañera de clase en los exámenes, renunció a su comodidad y le propuso a la amiga que fuese a su casa que la ayudaba a estudiar lo que no entendía... Hasta gestos más generosos como se catequista y dar una hora a la semana para enseñar la fe a los más pequeños. O incluso gestos más heroicos como la mama que aún sabiendo que va a tener un niño retrasado, decide no abortar. 
Todos estos gestos no se entienden en un mundo tan egoísta como el nuestro… hay que ser muy generosos y muy desprendidos para dar la vida por otra persona.  Invertir horas, tiempo, detalles, gestos, palabras… ¿Por qué sabes que un hogar es alegre, está lleno de vida, hay verdadero amor? por que hay alguien que esta dando la vida por los demás generosamente al estilo de Cristo.

La oración de San Francisco de Asís nos puede ayudar para saber que nuestra vida está llamada a darse a los demás:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, que yo lleve el amor;
donde haya ofensa, que yo lleve el perdón;
donde haya discordia, que yo lleve la unión;
donde haya duda, que yo lleve la fe;
donde haya error, que yo lleve la verdad;
donde haya desesperación, que yo lleve la esperanza;
donde haya tristeza, que yo lleve la alegría;
donde haya tiniebla, que yo lleve la luz.
Oh, maestro, haz que yo nunca busque
ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, sino yo amar.
Porque es dando como se recibe;
es perdonando, como se es perdonado;
y muriendo se resucita a la vida eterna.
Amén.

5 may 2012

V Pascua, REFLEXION Evangelio Semanal


Yo soy la vid
(P. Luis Tamayo)

Semanas pasadas hablábamos de la importancia de las imágenes en la Palabra de Dios para explicar las realidades de fe. El domingo pasado Jesús escoge la imagen del Buen Pastor, esta semana escoge la imagen de la vid y los sarmientos (Jn 15, 1-8)

Supongo que habéis visitado alguna vez alguna plantación de uva. Ver de cerca una vid. Es una imagen muy sugestiva. Jesús caminó por los campos de Israel y allí tuvo la ocasión de ver viñedos, campos de uva. Mirando la imagen de la vid, Jesús se da cuenta que la rama o el sarmiento que permanece unido a la vid o tronco principal ese está verde y fresco y, a demás, da fruto abundante de uva, pero también se fija que hay sarmientos que son largos y que llevan el peso de la uva y se resquebrajan, se rompen, y se separan de la vid, quedando secos y su fruto muere. Esta imagen le sugiere a Jesús una lección.

Jesús dice: Yo soy la vid verdadera. Permaneced en mi y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por si mismo, sino permanece en la vid, así tampoco vosotros podéis dar frutos de vida, si no permanecéis unidos a mi. Jesús quiere que nuestras vidas den fruto abundante, pero para ello nos pide estar unidos a él. 

Le podemos preguntar a un labrador ¿qué es lo que da vida al sarmiento y hace que tenga fruto abundante? La sabia. La sabia no la vemos, pero es la que corre por el interior; pasa del tronco principal de la vid a las ramas y de esta manera estas son capaces de producir fruto abundante.
La sabia es aquello que no se ve, es la vida interior de uno. Es la Vida y el Amor del Espíritu Santo que penetra en nuestro corazón a través de nuestra unión con Cristo y va regenerando la vida, la ilusión, las ganas de vivir por dentro. Una vida unida al resucitado da como fruto una vida resucitada, es decir, una vida llena de ilusión por la vida a pesar de las dificultades, una vida con ganas de seguir luchando por la familia, una vida llena de los frutos del Espíritu Santo, que son el amor, la paz de corazón, la serenidad interior a pesar de los malos entendidos, la humildad, la alegría, la honestidad, el perdón, el reconciliación, etc. Estos son los frutos que nuestra vida puede dar abundantemente si estamos unidos a él.

Jesús vuelve a repetir más adelante: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mi y yo en él ese da fruto abundante; por que sin mi no podéis hacer nada. Al que no permanece en mi, es como es como la rama que se seca y la echan fuera.

¿Quién no tiene la experiencia de estar seco por dentro? ¿de sentir que se le van las ganas de vivir? ¿de sentir desmotivación, falta de alegría, incluso falta de esperanza… desesperación? Todos lo hemos sentido alguna vez. Estas experiencias son llamadas a reactivar nuestra unión con Jesús (¿habéis visto lo que es un injerto de una rama a un tronco?) Volver a conectar con él a través de la oración, la lectura de la Palabra, acudir a los sacramentos (la eucaristía o la reconciliación) y el esfuerzo por una vida que busca vivir las virtudes. Permitidme decir algo de las virtudes.

Cuando hablo con la gente siento que a veces para unirnos a Jesús lo reducimos sólo a la oración, pero esto no lo es todo, es decir, esta la otra dimensión de vivir y practicar, que es lo que refuerza la unión con Dios. Una persona que busca vivir una vida de virtudes es la entrada más segura a la unión permanente con Jesús. 

Me decía un joven que al escuchar la palabra “virtud” le producía alergia, pero en el fondo es por que no sabía del todo el significado. Un ejemplo: tener la costumbre de ser honesto es ser virtuoso, sin embargo tener la costumbre de decir mentiras es tener un vicio. Ser virtuoso es la practica asidua de las virtudes, como la honestidad, la sinceridad, la generosidad, el servicio, la escucha al otro, la disponibilidad, el trabajar correctamente, la justicia, el perdón, la buena voluntad, tener fe en las personas, no dar a nadie por perdido, etc.

Para acabar una pregunta: ¿qué virtudes necesito cultivar en mi vida para estar más unido a Dios?

29 abr 2012

IV Pascua, REFLEXION Evangelio Semanal,


El Buen Pastor 
(pinchar cita para leer evangelio)

VA CON NOSOTROS

El símbolo de Jesús como pastor bueno produce hoy en algunos cristianos cierto fastidio. No queremos ser tratados como ovejas de un rebaño. No necesitamos a nadie que gobierne y controle nuestra vida. Queremos ser respetados. No necesitamos de ningún pastor.
No sentían así los primeros cristianos. La figura de Jesús buen pastor se convirtió muy pronto en la imagen más querida de Jesús. Ya en las catacumbas de Roma se le representa cargando sobre sus hombros a la oveja perdida. Nadie está pensando en Jesús como un pastor autoritario dedicado a vigilar y controlar a sus seguidores, sino como un pastor bueno que cuida de ellas.
El "pastor bueno" se preocupa de sus ovejas. Es su primer rasgo. No las abandona nunca. No las olvida. Vive pendiente de ellas. Está siempre atento a las más débiles o enfermas. No es como el pastor mercenario que, cuando ve algún peligro, huye para salvar su vida abandonando al rebaño. No le importan las ovejas.
Jesús había dejado un recuerdo imborrable. Los relatos evangélicos lo describen preocupado por los enfermos, los marginados, los pequeños, los más indefensos y olvidados, los más perdidos. No parece preocuparse de sí mismo. Siempre se le ve pensando en los demás. Le importan sobre todo los más desvalidos.
Pero hay algo más. "El pastor bueno da la vida por sus ovejas". Es el segundo rasgo. Hasta cinco veces repite el evangelio de Juan este lenguaje. El amor de Jesús a la gente no tiene límites. Ama a los demás más que a sí mismo. Ama a todos con amor de buen pastor que no huye ante el peligro sino que da su vida por salvar al rebaño.
Por eso, la imagen de Jesús, "pastor bueno", se convirtió muy pronto en un mensaje de consuelo y confianza para sus seguidores. Los cristianos aprendieron a dirigirse a Jesús con palabras tomadas del salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta... aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo... Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida".
Los cristianos vivimos con frecuencia una relación bastante pobre con Jesús. Necesitamos conocer una experiencia más viva y entrañable. No creemos que él cuida de nosotros. Se nos olvida que podemos acudir a él cuando nos sentimos cansados y sin fuerzas o perdidos y desorientados.
Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús mal conocido, confesado solo de manera doctrinal, un Jesús lejano cuya voz no se escucha bien en las comunidades..., corre el riesgo de olvidar a su Pastor. Pero, ¿quién cuidará a la Iglesia si no es su Pastor? 

21 abr 2012

III Domingo de Pascua


Conocer las Escrituras es conocer a Cristo (P. Luis J. Tamayo)

El domingo pasado decíamos que el tiempo de Pascua son esos 50 días en los que Jesús no sólo se aparece a los Discípulos, sino que descubrimos en Jesús una doble intención con ellos:  La de confirmarles: No tengáis miedo, la cruz no fue una derrota, seguid creyendo en mi, estoy vivo; y la de acostumbrarles a reconocerle de una forma nueva, desde la fe.  Lo vemos de nuevo en el evangelio de hoy (Lc 24, 35-48):  Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: - «Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. El les dijo: - «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.» Dicho esto, les mostró las manos y los pies.

Pero, ¿qué pasaría después de los 50 días, cuando ascendiera al cielo para estar junto al Padre? ¿cómo crees que le reconocerían? La Pascua fueron 50 días para confirmar que Dios había cumplido su promesa: la muerte no tiene la última palabra; pero Jesús no se contentaba con eso, quiso acostumbrarles a reconocerle desde la fe porque ya entonces estaba pensando en nosotros. El interés de Jesús fue el de enseñarles a reconocerle por la fe para así transmitirlo a lo largo de toda la historia y a través de todas las generaciones.

La pregunta que nos surge es: ¿Cómo podemos reconocerle hoy?  Si el domingo pasado hablamos de que podemos reconocer su presencia trayendo a Jesús a la memoria; hablábamos de la palabra “recordar”, como ese volver a pasar por el corazón la experiencia de Jesús. Hoy hablamos de la Escritura o la Palabra de Dios como ese lugar privilegiado para encontrarnos desde la fe con el Jesús resucitado. Cuantas veces me acuerdo de las cartas que me escribía mi madre cuando he vivido en el extranjero! Pero si esas palabras servían de encuentro, la Sagrada Escritura tiene algo más.

Jesús les dijo: - «Todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

La Escritura, la Palabra de Dios, la Biblia, es el lugar privilegiado de encuentro con la promesa de Dios. Todo lo escrito en ella es cumplimiento del amor de Dios. El catecismo de la Iglesia dice: si quieres profundizar en el conocimiento de Jesús ha de pasar necesariamente por la lectura atenta y cuidadosa de la EscrituraSan Jerónimo dijo que: “que ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo”, si le damos la vuelta a la tortilla: Conocer las Escrituras nos lleva a conocer a Cristo.

Un día fui a visitar a una persona a su casa y me fijé que en la mesa del salón tenía la Biblia a mano, y varios libros.  Me llevé la sorpresa de ver un diccionario, un manual de ayuda y un cuaderno donde tomaba sus notas y reflexiones.  Aquí a veces entre vosotros he visto personas que se leen las lecturas antes de venir a misa, para saborearlo más y mejor.

Un documento de la Iglesia (Dei Verbum) que habla de cómo leer hoy día la Sagrada Escritura dice: En los libros sagrados, Dios que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Es Dios que sale al encuentro nuestro para conversar.  San Jerónimo también decía: quien lee la Escritura ya escucha a Dios en su Palabra.

También es verdad que uno puede decir: yo, por más que leo, me cuesta entender lo que dice.  Es verdad, pero yo añadiría, no es sólo entender lo que dice, sino es entender lo que a mi me dice.  Dios me quiere hablar a mí personalmente, y por eso dice el evngelio de hoy: Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

Comprender internamente la vida de Jesús, su pensar, su sentir, sus palabras, sus gestos… eso es conocer con profundidad a la persona de Jesús a través de la Palabra; para ello uno necesita la humildad de reconocer que cuando me acerco a la Sagrada Escritura es a Dios a quien he de pedir que me abra el entendimiento. Pero la oración pretende  un paso más, es un don que en última instancia nos lleva a transformar nuestra vida cada vez más en Cristo, buscamos conocerle para parecernos cada vez más a Él en la caridad perfecta. La vida cristiana debe ser un camino de identificación con Cristo.

II Domingo de Pascua

Reconocer a Cristo en la fe (P. Luis J. Tamayo)


¿Qué es este tiempo pascual? Es el tiempo por el que Jesús se aparece a sus amigos y discípulos durante 50 días para confirmarles que es Él y que ha vencido a la muerte y para acostumbrarles a que le reconozcan de una forma nueva, desde la fe.
En los evangelios de estos días vemos como Jesús se aparece a las mujeres y a los discípulos con su cuerpo transformado, hecho espiritual y partícipe de la gloria del alma: pero sin ninguna característica triunfalista. (No ha querido enfrentarse a sus adversarios, asumiendo a actitud de vencedor, ni se ha preocupado por mostrarles su 'superioridad', y todavía menos ha querido fulminarlos). Jesús se manifiesta con una gran sencillez. Habla de amigo a amigo, con los que se encuentra en las circunstancias ordinarias de la vida diaria. Ésta es la fe en el resucitado que hemos de poner en práctica cada día.
Érase una vez un sacerdote y un fabricante de jabón que estaban dando un paseo.  El fabricante de jabón le dijo: "Padre, ¿para qué sirve la religión? Mire la miseria y las guerras y el sufrimiento que hay en el mundo. Después de tantas oraciones, sermones y enseñanzas todo sigue igual. Si la religión es buena y verdadera, ¿por qué todo sigue igual?"  Siguieron caminando y se encontraron con un niño todo sucio.
El sacerdote le dijo al fabricante de jabón: "Mire ese niño. Usted dice que el jabón limpia pero ese niño sigue estando sucio. ¿Para qué sirve el jabón?".  El fabricante de jabón le contestó: "Padre, el jabón no puede evitar la suciedad a no ser que sea usado todos los días."  Exacto replicó el sacerdote, exacto.
La fe en el resucitado da fruto en nuestras vidas si es usada todos los días. Cristo ha resucitado, esta es la verdad de nuestra fe, y esta fe hay que aplicarla todos los días de nuestra vida.
Pero no podemos dudar de que hay dificultad, los mismos discípulos la tuvieron. Ante todo hay una dificultad inicial en  por parte de aquellos a los que El sale al encuentro, como se puede apreciar en el caso de la misma Magdalena (Jn 20, 14-16) y de los discípulos de Emaús (Lc 24, 16). No falta un cierto sentimiento de temor ante El. Se le ama, se le busca, pero, en el momento en que se le encuentra, se experimenta alguna vacilación...
Nuestro reconocer día a día a Jesús en la fe también encuentra su dificultad.  Muchas veces no es una fe viva y de encuentro personal tú a tú, sino que a veces nos quedamos en traer a la mente una idea de Jesús, y nos cuesta dar el salto y hacer ese acto de fe por el que alcanzamos un encuentro con la persona viva de Jesús. Pero así como Jesús lleva a sus discípulos gradualmente a que le reconozcan, así nos quiere llevar a nosotros. Tomás, María Magdalena (Jn 20,16), como a los discípulos de Emaús (Lc 24, 26 ss). Esta es la pedagogía paciente de Cristo al revelarse al hombre y al atraerlo.  Si nos fijamos en todos estos hechos Jesús va al corazón.
¿Cómo superamos esta dificultad?  El evangelio de hoy lo vemos con Tomás (Jn 20, 19-31): Jesús le dice “Tócame y Recuerda Tomás! Así como me tocaste un día así de vivo quiero estar en tu corazón el resto de tus días.”
¿Qué significa recordar, recordar al Señor todos los días? no es sólo traerlo a la mente como una idea, sino es hacer experiencia de una fe viva, de un encuentro personal por el que Jesús está vivo y actuante hoy entre nosotros. Es creer que está presente. Sta Teresa de Ávila dice algo precioso: “Mira al que te mira”
“Recordar” etimológicamente significa pasar por el corazón. Corazón en latín se dice: cor, cordis… y “re” es un prefijo, que, por ejemplo en la palabra “re-iniciar”, es el prefijo que significa “volver a iniciar”.  Re-cordar sería volver a pasar por el corazón.  Re-conocer: volver a conocer a Jesús así como Él vivió presente…
El Tiempo pascual es ese tiempo por el que Jesús quiere que ahora sus amigos y discípulos se acostumbren a su presencia de una forma nueva.  Me interesa que os acostumbréis a reconocerme de una forma nueva. Puesto que quiero estar con vosotros hasta el fin del mundo y abriros las puertas hacia el Padre, tenéis que acostumbraros a reconocerme desde la fe y reconocerme en tu corazón vivo. No te conformes con sólo una idea de Jesús, sino aspira a lo más hermoso: el encuentro personal con él.
Por eso tanta insistencia le hace a Tomas cuando le dice: dichosos los que creen sin haber visto.