27 feb 2011

REFLEXION Evangelio Semanal


El corazón del hombre está hecho para el amor y no para las cosas (Mateo 6, 24-34) (Homilía para jóvenes - P. Luis José Tamayo)

Jesús conoce profundamente el corazón del hombre. Jesús sabe que el corazón del hombre está hecho para el amor. Esto ya estaba en la Escritura; el libro del Génesis explica como Dios crea al hombre a su imagen y semejanza (Gn1,26). Si Dios es AMOR, el hombre a imagen de Dios, está creado para el amor, para las relaciones, para la fraternidad, para la amistad, para la unidad, para la familia. No es sólo la Escritura, es que la ciencia también lo dice: hay estudios que confirman que aquellos niños si al nacer se les separan de la madre, quedan desnutridos y tristes; en cambio vemos niños llenos de risas y alegría cuando están rodeados de amor y cariño.

La necesidad de relación, de contacto, de amistad, es vital en el hombre. Si decidimos anteponer la ambición por acumular cosas o la avaricia por no compartir mis juegos a las relaciones, la amistad y el amor a los demás… es aquí cuando nos rompemos.

(Mateo 6, 24-34) Jesús lo dice con las palabras de aquel tiempo: “Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”. Jesús nos invita a escoger que quieres como prioridad en tu vida: ¿el amor, la amistad y el compartir?, o ¿ser dueño de tus cosas, acumular cosas para ti y no compartir? Hay que escoger!!

Recuerdo cuando tenía 17 años, me regalaron un jersey de marca. Estaba feliz, no veas como iba de guapo… una tarde mi hermana me lo cogió para ponérselo. Recuerdo que cuando lo descubrí me enfadé con ella mucho, la grité: “jamás me cojas algo de lo mío.” Esta es una situación en la cual nos vemos todos reflejados.

La pregunta es: ¿dónde estaba poniendo yo mi prioridad? ¿Era mi prioridad el amor, la amistad, el compartir, o el ser dueño de mis cosas, acumular cosas para mi y no compartir? Peleas con el hermano por un video juego, una camisa de marca, una raqueta de tenis… la prioridad está en “mi” cosa y el “no lo cojas que me lo estropeas” o en el deseo de “compartir”. Está claro: el resultado del egoísmo es la discusión, el resultado de compartir es la alegría.

Jesús quiere que nos demos cuenta que el problema no está en el jersey, en la play o en el ordenador. El problema está en el corazón. Por eso es tan importante educar el corazón poniendo la prioridad en el amor, la amistad y el compartir, pues es SOLO aquí donde encontraré la felicidad. Si mi prioridad está puesta en mis cosas, en no compartir, en acumular, en el egoísmo… el resultado será siempre la división y la discusión.

Os voy a contar brevemente la historia de El Rey Midas: Érase una vez un rey muy rico cuyo nombre era Midas. Tenía más oro que nadie en todo el mundo, pero a pesar de eso no le parecía suficiente. Midas tenía una hija llamada Caléndula, a quien mucho amaba. Una tarde se le apareció un mago y le dijo: tienes mucho oro, y parece que no estás satisfecho. Pide un deseo y te lo concederé. Esperando que pidiese un corazón generoso para compartir sus riquezas, sin embargo, movido por su codicia pidió que todo lo que tocara se convirtiese en oro. El mago se lo concedió. A partir de ese momento todo lo que tocaba se convertía en oro… al principio estaba feliz. Acumulaba oro y mas oro… luego tubo hambre. Vio una manzana para comer, y al tomarla se convirtió en oro. Empezó a dares cuenta que algo no funcionaba bien. Empezó a quedarse triste. Su hija entró en la habitación, y el padre al verla, lleno de tristeza por lo que estaba pasando se arrojó a ella… entonces ella se convirtió en oro. La avaricia rompe las relaciones, pues siempre será prioritario mis cosas antes que el otro.

Este invierno uno de mis mejores amigos me contó algo sobre sus hijos que me sorprendió. La hermana mayor estaba en USA, le tocaba regresar a casa por navidades. El padre le encargó comprar una play o video-juego para el hermano pequeño. Ella lo llevaba consigo y no lo facturó en la maleta. Una vez en el avión, se dio cuenta que lo perdió en el aeropuerto. Se pasó todo el viaje preocupada por el disgusto que llevaría su hermano. Al llegar al aeropuerto estaba la familia esperándola. Ella salía acongojada por el disgusto que iba a dar a su hermano y sus padres. Cuando la vieron así, preguntaron que había pasado. Ella les contó que había perdido la play. Entonces, para sorpresa de todos, el hermano se adelantó, la abrazó y le dijo, no quiero que estés triste, lo importante es que tú estas en casa. La play es solo una máquina.

Esta es la lección final del evangelio de hoy: “Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura”. Sobre todo poned prioridad en el amor, la amistad, la familia y las relaciones… lo demás es secundario. Pues el corazón del hombre está hecho para el amor y no para las cosas.

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