12 feb 2012

REFLEXION del Evangelio domingo VI T.O.

Dios, un mendigo de nuestro amor
(P. Luis J. Tamayo)

Recordamos que el cristiano está llamado a mirar y contemplar la vida de Jesús para nosotros reproducir sus pasos. Por eso nos detenemos en distintos detalles de la vida de Jesús cada domingo, para sacar de ellos una “escuela de vida”.

En el mes de enero, inicio del tiempo ordinario, vimos el fundamento de nuestra vida cristiana, el bautismo (Domingo I) y el llamamiento de Jesús a seguirle (III): “Ven y sígueme” le dijo a sus discípulos y hoy nos dice Jesús a nosotros, especialmente delante de la eucaristía. Hace dos domingos (IV) vimos la importancia de la coherencia en la vida; y el domingo pasado (V) hablamos de la oración como lo primero de cada día.

El evangelio de hoy (VI del tiempo ordinario) habla de dos profundos deseos: el deseo del hombre a ser curado, aliviado, sanado; y el deseo de Jesús de querer curar, sanar y aliviar. Son dos deseos que se encuentran.

Marcos 1,40-45: En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole
de rodillas:
- «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
- «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.


Llama la atención ese: “Si quieres”… que le dice el leproso y ese: “Quiero”… que le contesta Jesús.

San Francisco de Asís definía la oración como un encuentro entre dos mendigos, dos necesitados, dos que necesitan uno del otro… Este evangelio nos lo muestra claramente, la necesidad del leproso: “si quieres…”; y la “necesidad” de Jesús de abrazarle “claro que quiero!”.

La pregunta es ¿Quién puede querer a un leproso? La respuesta sólo puede nacer de la lógica de cómo Jesús necesita querer al ser humano incluyendo sus debilidades.

A través de los siglos, la Iglesia se ha preguntado si Dios necesita del hombre. Cuando Moisés preguntó el nombre de Dios en el libro del Exodo 3:13, en los versos siguientes, vemos que Dios le responde: “YO SOY EL QUE SOY” (vers. 14). “YO SOY EL QUE SOY” indica la auto-existencia de Dios; Dios existe por sí mismo y Su existencia no es determinada por el hombre. La Palabra de Dios lo deja claro, Dios, es antes que el hombre, y Dios no necesita del hombre para su existencia.

Pero entonces, ¿qué hace que Dios se haga un mendigo y quiera necesitar del hombre? ¿por qué Dios necesita que el hombre se le acerque y le implore su atención?

En el Evangelio, podíamos haber visto otra respuesta de Jesús al leproso; podía haberle dicho: Ve a un médico o a un curandero. Lo siento, así es la vida. Arreglatelas como puedas… etc. Pero no, Jesús le responde: “Quiero” curarte; deseo curar tus heridas, busco abrazarte en tu necesidad; es mi pasión el poder atender tu necesidad; Esta es la lógica del amor: Un Dios que ama tanto al hombre que necesita que le pidamos lo que necesitamos de él para así volcarse: esto habla de un respeto profundo a la libertad del hombre. Dios no se impone, no fuerza, no obliga… Espera.

Atento al detalle, una vez hecha la petición, Jesús no duda en ofrecer su afirmativo y espontáneo: “claro que quiero curarte”… parece que las ganas están contenidas, el leproso, tu y yo, ya tenemos el “si quiero” previo a nuestra petición. Pero Jesús sólo declara su amor, su pasión, su deseo cuando el leproso primeramente pone de manifiesto su necesidad. Jesús respeta profundamente la libertad del leproso y la nuestra. No me impongo, sino que espero a que me pidas… me muero de ganas a que me pidas.

Dios se muere por querer estar con nosotros, esta es su pasión de amor. Pero a la vez Dios se reserva hasta que el hombre le abre la puerta y lo invita a entrar: Apocalipsis 3, 20: “Mira que estoy a la puerta y llamo… si me abres, entraré y cenare contigo. Sólo si me abres, sólo si me invitas, sólo si tu quieres.”

La locura del amor de Dios es que se hace vulnerable a la decisión del hombre. Dios se hace mendigo de la libertad tuya y mía. Dios necesita que tu quieras de él, mientras tanto permanecerá siempre a tu puerta corriendo el riesgo de tu libertad. Tu mismo decides si le dejas entrar o no. si le pides entrar o no.

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